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Verano de 2005. Tamara Rojo, que estos días baila en el teatro Albéniz (Madrid) junto a Julio Bocca, pone rumbo sur con su mejor amiga de la infancia.
¿Destino?
Cádiz. Los padres de mi amiga tienen una casa en Chiclana de la Frontera y nos dedicamos a recorrer la zona.
¿Qué lugares recomienda a sus compañeros del Royal Ballet?
Dos playas: Bolonia y El Palmar. La primera, porque está muy virgen. Sólo hay un chiringuito y está llena de dunas. Es como te imaginas que debía de ser todo aquello antes del boom urbanístico. Y El Palmar, por el ambiente. Hay un chiringuito, el Aborigen, donde pincha un dj y ponen unos mojitos estupendos. Allí nos tumbamos a ver el mar y conocimos a un montón de gente. Hay un rollo muy cool. Está lleno de hippies y gente tocando los timbales o haciendo malabares con fuego. Ver allí el ocaso fue espectacular.
Menudo cambio respecto a Londres, donde vive.
Y no sólo por el sol. Comíamos puntillitas, tortitas de camarones... ¡Nada que ver con el fish and chips de los ingleses!
¿Hubo marcha nocturna?
Fuimos a la discoteca Penélope, en la playa de La Barrosa. Me apetecía bailar, pero lo mejor fue después. Salimos a las cuatro de la madrugada y nos marchamos a la playa. Había luna llena y nos tumbamos en la arena. Una experiencia increíble. Lo aconsejo a todo el mundo.
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