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Apreciado Rafael…\nEstuve una hora más o menos conversando con ella. El perro, aun estaba bajo los efectos de la anestesia. Le fallaban un poco las fuerzas. Y no entendía mucho lo del saco. Pero… ahí seguía intentando mantener la compostura. Ella también. Mariel, estaba cansada. Agotada. Pero cuando me hablaba del abuelo, sus figuras, el veterinario y la comprensión del conductor, acariciaba a su tinajero "Machito" mientras se le escapaba una lagrima que apenas le llegaba a media mejilla. Se secaba en ese corto trayecto. \n
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