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Comía cerezas, me llevaban a mi infancia y sentía mi ànimo alborozado evocando aquellos tiempos felices. Mientras, leía. ¡Qué niños! ¡Sorpresa! pero, ¿ os habéis fijado? brilla por su ausencia algo muy relevante en los torneos juveniles: la actuación de los padres. ¿No hubo protestas? ¿No hicieron gala de competitividad alguna? Estoy tan sorprendida que no he sabido si jugar colgando en mis orellas pendientes rojos. Gracias Juanjo, hoy creo en la esperanza.
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