Cuando uno viaja en unos días en que tiene la inmensa fortuna de no sentirse uno más de una masa viajera sin brújula, y además el sol parece querer acompañarlo para mostrarle las múltiples realidades de los lugares que visita, es como si pudiera entrar en el almacén de las maravillas reales o soñadas…\n\n
Uno busca la arquitectura, es cierto, pero la arquitectura parece buscarlo a uno hasta el punto de, en unos pocos días, darle la posibilidad de recorrer todo el misterio de la utilidad y futilidad de las formas arquitectónicas, de su uso y abandono, de su posibilidad, de su belleza, de su decadencia y permanencia, de la acogida y el maltrato que realiza con los humanos que la habitan y la soportan…