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Tenía 23 años, 18 kilos de exceso de equipaje y el alma llena de ganas de empezar a conocer mundo. Desde la ventanilla de ese avión que llegaba en medio de la noche más cerrada vio aparecer rutilantes collares de luz brillando depositados sobre su destino y el taxi que la llevó a su nueva hogar le mostró desde la distancia la imagen de una pequeña Las Vegas.\n\nLa mañana siguiente vio el sol tras su ventana, y a la otra también, y a la otra, así durante semanas... y ella que venía del frío y los cielos grises que descargan agua 9 meses al año sintió que estaba en el Paraíso.\n\nSe incorporó al adulto mundo laboral y a la independencia el mismo día, trabajó como solo se trabaja en la sanidad privada cobrando lo que solo se cobra en la sanidad privada y empezó a mirarse en profundidad enfrentada a soledades interiores mientras emprendía una loca carrera hacia adelante. \n\nConoció el amor y el desamor. Casi se pierde a sí misma y al hacerlo avanzó por el largo y doloroso camino que le llevaría a reconciliarse con su corazón, conocerse y terminar sacando lo mejor que había en él.\n\nHizo amistades que se acabaron esfumando con el tiempo y amistades tan profundas que perdurarán mil años más. Desde la distancia redescubrió a su familia y creó lazos más fuertes que los de la sangre. Y se rodeó de otra familia, la elegida, para disfrutar las alegrías y llorar las penas en el día a día.\n\nAbrió sus horizontes físicos y mentales a otras realidades volando todo lo lejos que cada año le pedía el cuerpo, y más de una vez lloró de alegría al ver la silueta de su amada isla al regresar del horizonte.\n\nUna madrugada de Junio miró por primera vez a los ojos de su hijo y aquellas raíces isleñas se hicieron con él indestructibles. Una noche de Julio miró a los ojos a su destino y supo que se haría viejita junto a él.\n\nElla, que siempre supo que este planeta era muy grande como para quedarse en la pequeña ciudad que la vio nacer, encontró su lugar en el mundo en esta isla atlántica y africana, a los pies de este Teide imponente y hermoso, perdida la mirada sobre este mar vestido de oro y plata del que sabe que nunca se podrá desprender. \n\nHoy hace 20 años que regresé a mi casa.\n\n\n
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