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Cuando llegué estaba sacando la primavera. Allí estaba ella, bien colocadita, con su temperatura agradable, su cielo azul, su fresquito a la sombra y su calor al sol. Las flores en las macetas luciéndose en los balcones, y las calles y plazas sembradas de terrazas, muchas aún sin sombrillas. \n\nY cuando una ciudad encantada te recibe con primavera, mucho mejor dejarse llevar. Y así pude tomar café con un artista, admirar un caballo blanco en el centro de la ciudad, convertirme junto a mi hermana en princesa en un probador, perdernos por Pakistán, pasear junto a las putas. Cenar en el País Vasco, beber vino y no emborrachar. Abrazar muy fuerte a un amigo, y curarle durante dos horas la soledad, probar las ostras, ver la catedral, sentarme en el metro y viajar en montaña rusa, comer arroz negro en La Plaza Real. \n\nEl domingo por la tarde empezó a refrescar. Es hora de irnos. Los encantamientos duran muy poco. Pero antes de que se acabara del todo, le dije a Barcelona adiós. \n\n\n\n
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