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  • En San Esteban del Valle (Ávila), en las estribaciones de Gredos, se ha abierto este otoño una posada en una modesta casa antiguamente inscrita como almacén de coloniales. Gracias a la iniciativa de Almudena García Drake resplandece hoy entre todas las fachadas de la plaza del Ayuntamiento por el esmero aplicado a la rehabilitación de sus piedras. El carillón consistorial mantiene a los huéspedes puntualmente informados de la hora, tal es la ensordecedora campanada expelida por los altavoces instalados, pese a la protesta insistente de los vecinos. Si en el entorno la casona guarda cierta apariencia de pensión, un porte bien distinto cabe adivinarle de puertas adentro, donde la propietaria ha expresado una fidelidad sin límites por los usos originales, los materiales de tradición, la autenticidad de los detalles y el destello hogareño. A la luz de los faroles y los lampadarios van desfilando el salón, vestíbulo y recepción oficial, todos en uno, bajo el armazón primitivo de madera reforzado con vistas a amortiguar el tránsito de la clientela. Peldaño a peldaño, aparece cada uno de los elementos que daban vida a la expendeduría. Las vigas se muestran tal cual. La tina de la pisa y la bodega-cueva subsisten hoy bajo una iluminación sotanera. El antiguo almacén, convertido en patio, con sus ristras de pimientos colgados. Incluso el restaurado arco aparador figura expuesto a modo de alacena en el comedor. En esta pieza repintada recibe el huésped un desayuno escueto, pero apoyado en un zumo natural de naranjas recién exprimidas. Y también la cena, a la hora que quiera, de estricto menú casero. Escaleras arriba se arraciman las habitaciones, que, al igual que sus cuartos de baño, ofrecen unas dimensiones realmente generosas. Las mejoras salen a la plaza a través de unos balcones enrejados, casi en el anonimato, con una curiosidad prudente, respetuosos con la simpleza pétrea de la fachada. Todas conservan los suelos de barro, resaltados por losetas en estrella, doseles de forja y gasa sobre las camas, lámparas barrocas, cuadros de firma insignificante y los inefables armarios de la abuela, tal cual ella se servía para almacenar la ropa. Un plato lleno de frutas y dos cestitos con chocolatinas evocan aquellas veladas familiares de hila y cuentos.
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  • Diario El País S.L.
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  • POSADA DE ESQUILADORES, en San Esteban del Valle
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  • Ávila, descanso en familia
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