PropertyValue
opmopviajero:IPTCMediaType
  • text
opmopviajero:IPTCMimeType
  • text
opmo:account
opmo:content
  • Al amor de la lumbre se confortan los mejores pensamientos durante los largos inviernos de La Vera. Con este romántico propósito, Amparo Mateos y su marido, José Manuel Domínguez, aprovecharon la antigua era del abuelo en Arroyomolinos para dar alojamiento y buena cena a los numerosos madrileños que se entretienen los fines de semana por tales andurriales (a unas dos horas de Madrid), haga sol, llueva o incluso nieve. Su hotelito fue diseñado enteramente en piedra, teja y madera tallada, a réplica de las antiguas dependencias agrícolas de la comarca, en una parcela de cinco hectáreas con jardín, piscina y pista de tenis por cuyas dimensiones no se puede pedir más a los precios que se paga la noche. Un estanque de inspiración oriental sirve de espejo a los arriates de margaritas y amapolas plantados frente a la entrada. Cálidas como el horno que decora el salón, junto al portón de madera claveteada, las estan-cias interiores rubrican el gusto del matrimonio propietario por las esencias tradicionales de la tierra: ladrillo, madera, teja, barro y cal. Pura exaltación de rusticidad extremeña, sí; pero también aceptación de ciertas propuestas actuales, como la grifería de autor, los tabiques tintados de vivos colores y las amplias cristaleras que permiten disfrutar del bosquete aledaño al resguardo de la intemperie. Una pequeña biblioteca incita a pasar la tarde en el sofá: basta con pedir prestado cualquier libro en recepción. La disposición del servicio no admite queja, aunque se puede mejorar. Los dueños únicamente aparecen los fines de semana, algo que viene ocurriendo cada vez con mayor frecuencia en estos hoteles de interior. Otro horno de reverberación tiene utilidad en el comedor, donde cabe paladear unos asados ligeros a cargo del chef Pablo Vicente, siempre oportuno en sus postres homenaje a la pintura de Miró. Menos historiado parece el desayuno, bollería y pan con mantequilla, frugal en su esencia, aunque no en cantidad. Antiguos oficios Cada dormitorio tiene su propio estilo y un nombre vinculado a los antiguos oficios: Marchante, Ojeador, Labrador, Aguador, Montero, Casero... Los dueños los han vestido con doseles, edredones, pasamanería de forja y muebles indonesios adquiridos en sus viajes a lo largo y ancho de este mundo. Por parecer auténticos, cruje el suelo de madera y los interruptores eléctricos imitan a aquellos que antaño retorcía la abuela de la casa, en contraste con la línea vanguardista de griferías y sanitarios exhibida en los cuartos de baño, cuyos extractores de aire habrían merecido ser menos ruidosos. Especial encanto en las dos suites abuhardilladas y aquellas otras encubiertas en el antiguo pajar, más amplias y elegantes, con vistas a la sierra de Gredos y al cerro Peñalba. Una invitación a la contemplación relajada o a perderse por los bosques. Apenas se oye otro retumbo que el gemido natural del silencio. La música de la soledad.
sioc:created_at
  • 20011117
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
opmopviajero:longit
  • 590
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 11
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20011117elpvialbv_6/Tes (xsd:anyURI)
dcterms:rightsHolder
  • Diario El País S.L.
opmopviajero:subtitle
  • HOTEL PEÑA DEL ALBA, un acogedor caserón en Arroyomolinos de la Vera
sioc:title
  • Una escapada rústica al valle del Tiétar
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all