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Si le examino de geografía de su país, Argentina, ¿aprobará?
La verdad es que conozco bien el sur, la zona de la Patagonia, el Perito Moreno. Del norte, sólo Salta, que es una zona muy árida y seca, así que me queda bastante por viajar.
Entonces ésta es una oportunidad de lucimiento: hábleme del Perito Moreno.
Estuve allá hace siete años, en un hotel precioso, de madera, desde el que se veía el glaciar. Recuerdo que por la noche se escuchaban los crujidos que emiten sus pequeños desprendimientos.
En ciertas películas sería la antesala perfecta de la catástrofe.
Sí. Pero eran pequeños movimientos que se originan por la presion a la que se ve sometido el glaciar, ya que está en la unión entre dos lagos que lo empujan. Hasta 1990 hubo desprendimientos de cientos de metros de hielo. Ocurría cada cuatro años, pero los cambios climáticos han terminado con ese espectáculo impresionante.
Y acongojante, ¿no?
Supongo. Pero mi contacto con el glaciar no fue sólo visual. Me apunté a una excursión de trekking por su cresta. ¡No sabe qué belleza! El guía nos llevaba por sitios supuestamente seguros donde, de repente, te encontrabas una grieta desde la que se veía el fondo del glaciar, 90 metros abajo, entre un mar de azules diversos. Fue grandioso.
¿Qué le lleva a elegir un destino?
Mi estado de ánimo. Y también mi estado físico. Cuando quiero descansar suelo elegir la playa. Si no, me gusta fantasear con el mapa. Quisiera conocer la Gran Muralla china, viajar a los países del Este, ir al cañón del Colorado... No me pongo límites.
Ahora vive en España, así que la próxima vez le examinaré para comprobar sus conocimientos.
Vale. De momento he estado en el País Vasco, Barcelona, Valencia, Madrid... y pronto viajaré a Finisterre para rodar la secuencia de una película.
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