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  • La quimera del teatro es el motor de Covent Garden. En el barrio, todo gira en torno a ese curioso afán por hacer parecer lo que no es. Un folleto de una tienda de disfraces pregunta: '¿Quién va a ser usted esta noche?'. Y propone a continuación un gran surtido de épocas y personajes. En los muchos teatros diseminados por las calles del West End hay intrigas, artificios y tramas para todos los gustos. Cada noche se produce de nuevo la ilusión que nos transporta donde los artistas deciden. En una ojeada rápida destacan Cats, Chicago, Don Giovanni, Arte, Macbeth, Los miserables, El fantasma de la ópera, o La ratonera: la obra de Agatha Christie acaba de cumplir 50 años, noche tras noche, en la bombonera del Saint Martin's Theatre. Pero la Royal Opera House, que preside la plaza, es la prima donna de todos los teatros londinense. Remodelado en 1999, es ahora también la nueva sede del Royal Ballet. En el centro de la plaza, el Floral Hall era mercado de frutas exóticas y flores durante el día y salón de baile al atardecer. La estructura de hierro y cristal se ha convertido en un magnífico vestíbulo abierto al público. En el siglo XII, las emprendedoras monjas de la abadía de Westminster comenzaron a vender del otro lado de la tapia el exceso de hortalizas cultivadas en su jardín. Desde entonces hay un trasiego en la plaza que nunca se ha detenido. Hoy, lo que se compra y se vende no son patatas y bacalaos, sino botas del Dr. Martens, hamburguesas o Pinochos de madera. En Covent Garden confluyen los raperos en busca del último ídolo de hip-hop, los asiduos a Verdi y los actores que a la salida del teatro van a cenar al viejo local de Ivy. La mezcla ya fermentó, y el resultado es un barrio abierto y bien ventilado: al oeste se cruza con el Soho, donde viven en concordia las tiendas de remedios chinos con los locales gay más concurridos; al norte queda Bloomsbury, con la universidad y el Museo Británico como emblema, y al sur enlaza por el puente de Waterloo con South Bank, el complejo que reúne el Royal National Theatre y la filmoteca. El rectángulo de la plaza se cierra por la cara oeste con Saint Paul, considerada la iglesia de los actores. Íñigo Jones le puso la primera fachada de cánones clásicos de Inglaterra. Es una entrada sin puerta, tan teatral y artificiosa que podría ser un decorado más de cualquier comedia. El pórtico sirve de escenario para los acróbatas, magos y músicos callejeros que lo convierten en un permanente teatro al aire libre. Dentro reposan muchos intérpretes de la escena británica, como Vivien Leigh. Toda la profesión está inmortalizada en sus lápidas: escenógrafos, escritores, agentes y representantes. Artesanos del vidrio Frente a la salida del metro arranca una de las calles peatonales más características del actual Covent Garden. En Neal Street, los talleres de los artesanos que hacían cristales para vidrieras han sido reemplazados por tiendas, galerías de arte y restaurantes. Aún se ven, en los almacenes de ladrillo rojo y terracota, las escotillas con bisagras que servían en el siglo XIX para cargar mercancías. Ahora, el barrio está invadido por locales que venden el futuro encerrado en una piedra mágica. Hay tiendas atiborradas de recursos para adivinar qué será de nosotros (tarot, cristales, piedras, libros, velas y toda clase de amuletos). El vecino Neal's Yard, un minúsculo patio lleno de flores, es un reducto dedicado al cuidado del cuerpo sano, y eso incluye alimentos macrobióticos, terapias alternativas y masajes innovadores. En Saint Giles High Street aparece un pedazo de verde en reposo alrededor de Saint Giles-in-the-Fields. La calma de la iglesia contrasta con Denmark Street, a la vuelta de la esquina, refugio de escritores de canciones y asiduos de bares cutres. Toda la calle está llena de instrumentos, discos y partituras. Al final se cruza con Charing Cross, que reúne la mejor concentración de libros de Londres, tanto nuevos como de segunda mano, entre cuyas librerías destaca Foyle's. Un poco más abajo, en Saint Martin's Court y Cecil Court, los puestos de publicaciones y grabados antiguos esconden tesoros raros. En la esquina de tan fantástico lugar con Saint Martin's Lane, una tienda con mucha solera expone sus zapatillas de punta en perfecto orden. Sus clientas son las bailarinas que luego entran por las puertas traseras a los teatros de la zona: en los callejones de Covent Garden, la entrada de artistas siempre está tan concurrida como la principal. Del otro lado de Saint Martin's Lane, el London Coliseum está envuelto en andamios. El palacio de variedades construido en 1904 posee uno de los interiores eduardianos mejor conservados. Sede de la English National Opera, tiene como objetivo hacer accesible el bel canto. El esplendor de la fachada de terracota y del patio de butacas volverá a brillar en 2004, fecha de su centenario. A tan sólo un paso quedan las tentaciones de Trafalgar Square: la iglesia de Saint Martin in the Fields, sede de los excelentes músicos de la academia del mismo nombre; la inmensa National Gallery y la Portrait Gallery.
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  • Tiendas, bares y teatros animan las calles en Covent Garden
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  • El barrio más dinámico de Londres
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