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  • Una cancela de hierro con videoportero guarda la entrada. Esta exégesis del siglo XXI tiene su fundamento en una típica casa de piedra y cal de la medina rondeña, cinco veces centenaria y otras tantas habitada por notorias familias de la serranía malagueña, como la del torero Antonio Ordóñez. Transformada recientemente en hotelito, La Casona de la Ciudad suple los inconvenientes del tránsito por el casco antiguo con un aparcamiento limitado al uso exclusivo de sus huéspedes, lo cual es digno de consideración durante la temporada alta. La espina dorsal de la construcción es el patio interior columnado. Además de albergar la recepción, sirve de distribuidor y punto de enlace entre el salón de estar, el comedor y el jardín. Decorada con antigüedades, óleos y diversas plantas de interior, la pieza principal de la casa invita a entrar y curiosear entre las viejas fotografías de familia o los anaqueles repletos de libros. Respecto al comedor, el turno de mayor actividad coincide con el servicio de desayuno, centrado en el jamón ibérico y la bollería casera, aunque modesto en calidad y variedad de productos. No se ofrecen cenas propiamente dichas, pero el huésped puede encargar antes de las 18.00 unos platos a la carta para evitarse el callejear de noche en busca de mesa y mantel. Nada comparable, sin embargo, con solazarse a media tarde en el elegante jardín, sembrado de pinsapos, pinos y otros arbustos autóctonos, con una piscina recoleta al fondo. A él se abren casi todas las habitaciones, elegantes y, a la vez, naturales. Encaladas, y algunas en tonalidades añil, albero o almagra. Exigentes en su formalismo de anticuario, cordiales con las texturas artesanas. Especialmente, las junior suites del primer piso, más amplias y con terraza propia volada sobre el jardín. Visibles a ras de calle, las habitaciones individuales visten también mobiliario añejo, telas estampadas de buen porte y tabiques pintados en luminosos colores. Desde sus ventanas de rejería se pela la pava, se cose y canta o se ronda. 'He buscado por todas partes la ciudad soñada, y al fin la he encontrado en Ronda'. Como tantos viajeros, Rainer María Rilke buscó inspiración entre estos callejones para componer algunas de sus conmovedoras elegías. Las piedras de nuestra ciudad.
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  • Diario El País S.L.
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  • LA CASONA DE LA CIUDAD, un hotelito con patio de columnas y jardín
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  • Piedra y cal en la medina rondeña
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