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  • La punta sur del continente americano, donde se unen los océanos Pacífico y Atlántico, era descrita como el fin del mundo por los navegantes que surcaban sus gélidas aguas entre las peores tormentas y los hielos gigantes para cruzar el peligroso cabo de Hornos, hasta que en 1520 Hernando de Magallanes encontró un paso más seguro, el estrecho que hoy lleva su nombre. La luz de las hogueras siempre encendidas de los aborígenes, incluso en las canoas, llevó a bautizar aquel confín como Tierra del Fuego. Los alakalufes, onas, yámanas y haush vivieron allí tranquilos y a su manera hasta el siglo XIX, cuando les visitaron científicos y exploradores europeos como Darwin y Fitz Roy. Más tarde, misioneros protestantes anglicanos y salesianos católicos se instalaron y abrieron camino a los colonos; después llegaron el gas y el petróleo. Los indígenas no pudieron resistir el sarampión, el alcohol... y en menos de cien años desaparecieron. Thomas Bridges, miembro de una familia conocida por su lucha en favor de los indígenas, recopiló un diccionario yámana con más de 32.000 términos. Su hijo Lucas escribió El último confín de la tierra, donde detalla la forma de vida de los indios y la odisea colonial. En la actualidad sólo queda el escenario de su civilización: un archipiélago de fácil acceso, pero poco conocido. Es el final de la cordillera de los Andes y el principio de un paisaje de glaciares que arrojan su hielo al mar, cumbres cubiertas de nieve y valles profundos. Por todas partes aparecen torrenteras y arroyos con el deshielo. El azul de los lagos Fagnano y Escondido cambia con las horas del día. Un paraíso para los pescadores, con más de 600 kilómetros de costa entre ríos y lagos, acotados para el deporte del 1 de noviembre al 15 de abril. Las especies autóctonas son el puyén y la peladilla; las truchas importadas que mejor se adaptaron son la arco iris y la marrón, que llegan a pesar 17 kilos. El verano -entre noviembre y marzo- es la mejor época para navegar por los canales, visitar las islas y disfrutar de sus peculiaridades. En la isla de los Pájaros se encuentra una impresionante colonia de cormoranes de pecho blanco; en la de los Lobos, lobos marinos y focas; en la isla Martillo, los simpáticos pingüinos magallánicos, y en la isla Es Eclaireus sitúa Julio Verne El faro del fin del mundo. También es posible bordear el archipiélago que forma el parque nacional Cabo de Hornos o pasar a la Antártida. Frontera y puerto interior La Isla Grande está dividida por la frontera entre Chile y Argentina. Y la argentina Ushuaia es la ciudad más turística de Tierra del Fuego y la más austral de los mapas. Su nombre significa puerto interior hacia el poniente en lengua yámana, y está ubicada al sur de la isla, en una bella bahía rodeada de bosques a los pies de la cadena montañosa Martial, cuyo pico Olivia (1.470 metros), visible desde cualquier punto de la ciudad, se refleja en el canal Beagle. En sus calles se respira un ambiente de vacaciones que en estas fechas se convierte en punto de partida y parada de cruceros, excursiones a caballo y asados de corderos a la cruz; en invierno, de junio a octubre, los deportes favoritos son el esquí y los paseos en trineos tirados por perros. El 20 de junio se inaugura la temporada de nieve con caminatas con antorchas, actividades culturales y una gran fiesta. Es la noche más larga del año. El parque nacional de Tierra del Fuego, a 10 kilómetros de Ushuaia, se visita caminando, en bicicleta, en coche o en el ferrocarril Austral Fueguino. Si se elige este último hay que subirse en la estación del Fin del Mundo, y cómodamente sentado se recorren los turbales (conglomerados de musgos en proceso de carbonización) y los bosques de hayas, lenguas, guindos y canelos. Río Grande es la capital económica, con yacimientos de gas y petróleo, estancias agropecuarias e industrias electrónicas. Tiene el aspecto de una ciudad comercial. A 36 kilómetros, la estancia María Behety cuenta con el galpón de esquila más grande del mundo, para 5.000 ovejas. Se merecen una visita la misión Salesiana y la estancia Viamonte. Hoy, el fin del mundo de Magallanes y Darwin es accesible y cómodo para el visitante, sea cual sea su edad. Se trata de un ecosistema muy poco modificado por el hombre, un entorno único que despierta en los espíritus aventureros un gran cosquilleo de emoción.
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  • Es verano en Ushuaia, el mejor momento de Tierra del Fuego
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  • La ciudad más cercana al Polo Sur
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