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  • Si me pongo cinematográfica, escogeré 55 días en Pekín para titular su viaje a China. Vale, pero fueron muchos menos. Estuve allí el pasado septiembre con mi familia, y al llegar a Pekín me pareció un lugar estropeado y en continua construcción. Con rascacielos enormes que han levantado las multinacionales, y la sensación de ser un lugar fuera de escala. Explíquese. Tú mirabas un mapa y veías que el sitio que querías visitar estaba a dos manzanas de Tiananmén. Perfecto, pensabas, ahí al lado. ¡Y resulta que recorrerlas suponía media hora de taxi! Por cierto que la plaza citada está repleta de guardias que la peinan todo el día. Visitaría también la Ciudad Prohibida... Sí, es impresionante. Y también esos mercadillos donde venden imitaciones de todas las marcas del mundo a precios de risa. Recuerdo que me intentaron vender un falso Rólex de oro por el equivalente a dos euros, y, como dije que no, seguían bajando el precio. ¿En qué idioma se entendían? En ninguno, porque allí apenas hablan inglés. Así que en el hotel nos dieron una tarjetita en la que ponía en chino 'lléveme a esta dirección'. La utilizamos sobre todo en Hubei. Una provincia del interior cuya capital tiene siete millones de habitantes. Perdone mi ignorancia, pero no la había oído en mi vida. No me extraña. Es uno de los llamados hornos de China. Al parecer, el verano es tan infernal que las casas, bastante cutrecillas, tienen casi todas aire acondicionado. Por ahí pasa el río Yang Tse, y es una ciudad llena de contrastes. ¿Por ejemplo? El mercadillo donde ves a los chinos comer por la calle sus cuencos de arroz con pollo y vegetales está a la vuelta de la esquina de una zona de estética Blade Runner, con edificios de metal y cristal. Allí los restaurantes de lujo son el McDonalds y el Kentucky Fried Chicken. ¿Cómo son los chinos, si se puede retratar a una población de más de 1.200 millones de habitantes? Gente encantadora y amabilísima. Y no sé si será por efecto del régimen socialista, aunque son pobres no piden por las calles, por dignidad. Además me sorprendió que en Hubei la gente era altísima, pese al tópico del chino bajito.
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  • Una tarjeta en chino
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