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UNA VISTA espectacular de la costa del Tirreno y las islas Egades, en la medieval Erice, las cálidas aguas del mar Jónico en Acicastello, los pueblecitos encaramados en la roca con el Etna como telón de fondo, en Enna... Sicilia te atrapa con las antiguas ciudades griegas de Siracusa, al sureste de la isla, y Agrigento, al suroeste. En la primera, patria del matemático Arquímedes, se disfruta de sus yacimientos arqueológicos, como el teatro griego en el que Esquilo representó sus obras, el anfiteatro romano, las catacumbas cristianas o la Oreja de Dionisio, una gruta con forma de oreja donde el tirano encerraba a sus prisioneros.
Pero quizá el momento más inolvidable de nuestro viaje fue la visita a Agrigento, donde nació el Nobel de Literatura Pirandello, y donde nos sentimos empequeñecidos al contemplar por la noche los iluminados templos dóricos (siglo V antes de Cristo) del valle de los Templos. También hubiéramos deseado quedarnos más tiempo en las ruinas de Segesta, en su teatro griego o su templo. O en su enemiga Selinunte, ciudad al sur del siglo VII antes de Cristo, con sus templos dóricos frente al mar. Algún día volveremos. Y otra vez desearemos no abandonar nunca Sicilia, sus magníficas carreteras y su gente encantadora.
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