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  • DENTRO DEL mundillo que rodea al cocido maragato, unos llevan la fama y otros cardan la lana. En Astorga y su entorno circundante, decenas de mesones y restaurantes se arrogan la supremacía en la elaboración de este plato castellano. Algunos con más arrogancia que méritos gastronómicos. Uno de los mejores cocidos de la zona lo pone a punto Arturo Olea, veterano cocinero que abre su mesón los fines de semana y festivos para no servir otra cosa, por 13,50 euros (cervezas aparte). El orden del servicio es al revés que el cocido madrileño. Primero, gigantescas fuentes de carnes gelatinosas atiborradas de costillas, morro y oreja de cerdo, con tacos de chorizo, lengua, tocino y un relleno (pelota) de sabor espléndido. Pero hay que reservarse para el segundo vuelco, otra fuente descomunal de mantecosos garbanzos de la tierra con repollo hervido. Cuando ya no se puede más, llega la sopa con fideos, rotunda pero desengrasada, estupenda en su género. De postre, unas natillas caseras de escaso interés y café de puchero aceptable. El servicio, familiar, es de andar por casa. La bodega, casi inexistente, y el vino de la casa, pésimo. Por el contrario, el pan de hogaza es auténtico.
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  • Diario El País S.L.
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  • Cocido maragato
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