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  • Palabras mayores. En el concejo asturiano de Villaviciosa, frente a la reserva natural del Sueve, el Castiello de Selorio reinventa la figura nobiliaria del mayordomo para elevar a la categoría del lujo lo que nació como un pequeño hotel con encanto. Sin ninguna experiencia de hospedaje, pero con una enorme sensibilidad y mucho sentido común, Marian Fernández Raposo y su marido, Antonio Álvarez Apellaniz, han demostrado en poco tiempo lo que otros profesionales descubren al cabo de una vida de trabajo: que el estilo está en el servicio. Delicadeza a la hora de escoger el lugar para vivir, una casona antigua en medio de una hectárea de jardín, y ojos bien abiertos a los requerimientos diurnos y nocturnos del huésped, tratado aquí como un verdadero duque en la corte del Rey Sol. De entrada, una persona se ocupa de subir las maletas del viajero hasta su habitación, mientras la propietaria se afana en informarle de todas las instalaciones y servicios disponibles para hacer más cómoda su estancia, incluida la posibilidad de elegir habitación. Todas regalan sedantes vistas de los montes, alfombrados de jugosa vegetación, aunque la más aristocrática por sus dimensiones y ambientación es la suite de la segunda planta, cuya ropa de cama ha sido confeccionada en exclusiva para el estreno del hotel. No faltan moquetas abrigadas, lámparas elegantes, pasamanería clásica ni muebles con molduras nobles. Los cuartos de baño conservan incluso sus suelos de madera originales. Es cierto que la autopista del Cantábrico corre a un kilómetro de la casa, pero la interposición de un monte amortigua por completo cualquier ruido. Tanto, que el silencio se hace opaco aun para el vuelo de los grajos sobre la torre y las mansardas. La visita prosigue en los territorios comunes del hotel: la chimenea, rodeada de valiosas antigüedades, incluidas unas alfombras de la Real Fábrica de Tapices; el salón-biblioteca, con más de 3.000 volúmenes procedentes de la colección que reunió el tío abuelo de la propietaria; el porche, con vistas al campo; la bodeguilla, el comedor... ¿Que el viajero ha llegado tarde? No hay inconveniente en prepararle una cena suculenta con Señorío de los Llanos Gran Reserva de 1984 como vino de mesa. El desayuno, bien surtido de bizcochos caseros y una sabrosa ensalada de tomate al orégano, recuerda que bajo estos mimbres de alta prosapia y muy nobles flamea un hogar creado, sobre todo, para quienes buscan el romanticismo a través de la lluvia. Seguramente, uno de los mejores hoteles para un retiro tranquilo en Asturias.
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  • Diario El País S.L.
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  • CASTIELLO DE SELORIO, cuidado establecimiento en el concejo de Villaviciosa
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  • Un refugio asturiano que mima a sus clientes
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