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Línea sugerente, diseño con personalidad, buenas cualidades dinámicas y una imagen identificada con la seguridad. Son las armas del nuevo 9-3 para ampliar las ventas de Saab, que inicia una nueva etapa con la renovación completa de su gama en los próximos años. Este coche es el primer ejemplo del cambio y muestra los valores que va a potenciar el fabricante sueco para convertirse en la marca deportiva de General Motors, su propietario desde 1997.
El 9-3 es una berlina familiar de 4,6 metros de largo, como los Laguna y Vectra. Pero aspira a competir con los modelos más elitistas de su tamaño: Alfa 156, Volvo S60, Audi A4, BMW Serie 3... Saab quiere aprovechar su prestigio para lograrlo, aunque su exclusividad se apoya más en unas ventas minoritarias, 140.000 coches al año en todo el mundo, que en sus aportaciones tecnológicas. Pero tiene una buena imagen de partida que puede ser suficiente si sus modelos reúnen la calidad, estética y contenidos acordes con sus precios. Y esa es la difícil misión del nuevo 9-3.
Imagen y personalidad
La berlina sueca tiene una línea atractiva que cumple aceptablemente la primera premisa exigible para justificar unas tarifas superiores. Y aporta una imagen con personalidad que la distingue del modelo anterior y de otros rivales. El frontal en cuña con la parrilla y los faros muy estilizados, junto a un faldón delantero bien integrado, proporcionan el carácter deportivo. Y los trazos suaves que unen el capó, el parabrisas, el techo y la zaga logran un equilibrio armonioso. El 9-3 combina elegancia y deportividad con el toque sólido y seguro de los coches suecos. Y se refleja en la cintura alta y ascendente de las puertas traseras y en el chasis, un 100% más rígido que el de su antecesor. Pero aparte de su atractivo ofrece una aerodinámica muy buena (CX: 0,28).
Bien resuelto por dentro
El equilibrio se mantiene en el interior, que, aunque no destaca por su amplitud, está elaborado con gusto y aporta unas medidas correctas: las plazas delanteras son cómodas y desahogadas, y las traseras tienen una anchura destacable, aunque el espacio para las piernas es justo si se mide más de 1,80 metros. Tampoco el maletero es de los más grandes, pero tiene una boca de carga generosa y formas muy aprovechables. Además, se puede ampliar abatiendo los respaldos. En cambio, la rueda de repuesto es muy pequeña, un engorro cuando se pincha.
El diseño interior está bien resuelto y combina soluciones prácticas y un estilo elegante y acogedor. No tiene los detalles exquisitos de algunos rivales alemanes, pero aporta un ambiente moderno, original y con empaque. Y, a pesar de algunos plásticos mejorables (zona del freno de mano...), ofrece una calidad satisfactoria que se completa con los accesorios funcionales: guantera con doble fondo muy amplia, consola del freno del cambio con posavasos y apoyabrazos hueco, bolsas laterales en las cuatro puertas y los respaldos delanteros, bolsillos en el frontal de los asientos de delante y apoyabrazos trasero con guantera y dos posavasos más... Además, está bien aislado por dentro y da sensación de calidad y consistencia cuando se viaja.
Tres motores y tres equipamientos
El 9-3 se ofrece con tres motores: 1.8t de 150 CV (desde 26.300 euros), 2.0t de 175 CV (28.900) y 2.2 TiD turbodiésel de 125 CV (26.300). Y están disponibles en tres acabados, Linear (básico), Arc (lujo) y Vector (deportivo). Todos incluyen un buen equipo de serie, con seis airbags, ABS, climatizador y radio-CD, pero el control de estabilidad es opcional (550 euros), una laguna sorprendente.
Conclusión
El Saab 9-3 es una berlina atractiva y con personalidad para quienes buscan un coche diferente. Aporta un estilo elegante y deportivo, un comportamiento dinámico correcto y un buen equipamiento, aunque sin ESP. Pero exige pagar un sobreprecio frente a otros modelos más populares que no justifica del todo.
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