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  • A 4.100 kilómetros de Tahití y a 3.700 kilómetros de Chile, Rapa Nui es el lugar habitado más aislado del planeta. Un fantástico museo al aire libre, fruto del complicado "comportamiento humano". Uno se pregunta sobre los fines de nuestros actos: ¿qué hago yo aquí?, ¿a qué vinieron un grupo de remeros polinesios en el siglo IV después de Cristo?, ¿se dejaron llevar por la sugestión de lo recóndito?, ¿fue la intolerancia la que les obligó a expatriarse? Cuando alguien se mueve, lo que busca es un cambio. Me encantan las lejanías; porque cuanto más remoto, menos encuentras lo conocido. Una vez por semana, un avión vuela de Santiago de Chile a Hanga Roa (capital y único núcleo urbano de Rapa Nui). Una vez allí, te enfrentas con el enigma de los moais, petroglifos y vestigios arqueológicos sembrados por los 166 kilómetros cuadrados de apacibles paisajes. En el horizonte, el cielo añil intenso pierde su acentuado color entrando en picado en un azul índigo de aguas nítidas e inmaculadas, imposibles de ser contempladas en otro lugar del mundo. La respiración se vuelve pausada y el tiempo corre más lento, en un entorno donde se confunde lo arcano y lo sagrado. Crees haber encontrado el Edén (ese lugar que dicen que está al Este). Si así fuera, en el centro debiera estar el "árbol del bien y del mal"; pero en el núcleo de la isla no hay árboles. Los primeros que llegaron crearon una civilización floreciente. Establecieron sus propios rasgos culturales y su adaptación al medio les permitió la obtención de los recursos necesarios. Con la cultura apareció un orden social y un sistema de creencias basadas en los antepasados y representados por las estatuas llamadas moais, que ocuparon espacios sacralizados de cada poblado. Los moais llegaron a tener tal glorificación que los habitantes de Rapa Nui abandonaron las labores productivas (pesca, agricultura) y se dedicaron a su construcción y transporte, arrastrándolos sobre troncos de árboles desde la cantera (Rano Raraku) a los poblados. Y los árboles desaparecieron. Se resquebrajó el equilibrio ecológico, rompiéndose las relaciones de hombre y medio ambiente. Surgieron, cómo no, los vínculos de poder, y con ello, el enfrentamiento entre clanes, las luchas y el holocausto del grupo. En definitiva, un laboratorio del comportamiento del ser humano. ¿Cómo pude pensar que me encontraría con lo desconocido? El próximo viaje, a la Luna.
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  • Diario El País S.L.
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  • El lugar más remoto del mundo
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