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  • La fórmula se repite. Complejo hotelero dividido en varios cuerpos de edificio inspirados en la arquitectura tradicional canaria, con un despliegue exuberante de jardines, saltos de agua y piscinas... Uno de los últimos en abrir, y no precisamente el más pastiche, ha sido el hotel Meliá Jardines del Teide sobre una colina que domina la playa del Duque y el nuevo polo de desarrollo turístico de Costa Adeje, al sur de Tenerife. Salvando los naturales prejuicios, el lugar constituye una opción a tener en cuenta por quienes buscan pasar unas vacaciones de cierto lujo en familia, sin importarles demasiado hallarse en quinta línea de playa y sin tener que gastarse una fortuna, ya que, a través de agencias, una habitación suele costar la mitad de lo indicado en el tarifario oficial, especialmente cuando la reserva incluye un paquete de varias noches. Una vez instalado, las expectativas se cumplen gracias a la disciplina y el buen adiestramiento del servicio, acostumbrado a lidiar en cosos de 300 o más habitaciones sin ningún miedo a las horas punta. Ayudan a ello la holgura de espacio y el orden arquitectónico de las instalaciones. El complejo recrea el ambiente canario en un juego decorativo de colores y formas, de paramentos y tejados, de piedras esquineras y galerías de madera. En varias alturas, mimetizados entre las palmeras. Sin estridencias. Junto al comedor, en el nivel 5, extiende su azul geométrico una piscina flanqueada por palmeras y arriates de efectos sedantes, aunque el parterre de terrazo y el cerramiento de una parte del edificio provocan sin quererlo cierta claustrofobia. Mejores son los jardines que se descuelgan sobre el nivel 2, abiertos al mar y con vistas del Gran Hotel Bahía del Duque. Una rambla de agua escalonada en terrazas vegetales y cruzada por puentes de acero y madera dibujan un escenario ideal. Orientadas a esos jardines, las habitaciones ofrecen una amplitud generosa pero desangelada, además de un mobiliario de batalla estival y dos cuadritos de dudoso gusto. Las mesas y las sillas son de plástico industrial. El cuarto de baño, insufrible por su deficiente iluminación y sus mediocres cortinas de ducha, estampadas con el anagrama de la cadena Sol-Meliá. Tampoco causan arrebato los desayunos, un bufé variado de ambiente casi siempre multitudinario, lo que convierte al comedor en una instalación ruidosa y estresante.
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  • Diario El País S.L.
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  • MELIÁ JARDINES DEL TEIDE, en Costa Adeje (Tenerife)
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  • Palmeras y agua sedantes
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