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  • Un privilegio al alcance de todos es lo que ofrece este año Juan Ignacio Pérez, vecino de Tramacastilla de Tena, en el Pirineo aragonés, muy cerca de la estación de esquí de Formigal y de la frontera con Francia. A partir de los ingresos que le ha procurado su empresa de multiaventura y actividades de montaña se ha permitido el lujo de rehabilitar como hostal de pueblo un caserón de piedra, madera y pizarra cuyos orígenes se remontan a 1470, cuando sus muros albergaban una recoleta abadía. Pero, ¡menudo hostal! Ya quisieran para sí tanta gracia y tan refinados detalles los hoteles más renombrados del valle, que algún día podrían contar con el oficio y buen gusto de quien ha decorado sus cinco únicas habitaciones: la propia esposa de Juan Ignacio, Anabel Costa. Iniciativa y estilo les sobran a ambos para acometer, al mismo tiempo, las obras de construcción de un nuevo hotel justo al costado de su pensión actual. Un establecimiento con 22 habitaciones, diseñadas por el arquitecto Luis Serrano, que ofrecerá, a partir del año que viene, otro privilegio similar al alcance de todos: El Privilegio de Tena. Cresterías nevadas Los 1.224 metros de altitud que envaran las piedras de Tramacastilla constituyen una magnífica atalaya para asomarse al valle y a las cresterías nevadas -en invierno- de Peña Telera y Peña Blanca, con el embalse de Búbal a sus pies. Es lo que tendrá el nuevo Privilegio: vistas, vistas y más vistas. El actual, sin otras instalaciones de momento que el mirador anabolizante de sus dormitorios, sólo puede seducir a quienes buscan paz para el espíritu, molicie para el cuerpo y la confortable escenificación de lo rústico. Escalonados en tres plantas se suceden estos espacios de virtuosismo decorativo y enjundia de equipaje, siempre a punto de revista, todos diferentes en forma y tamaño, aunque comparten en esencia el amor por los detalles, una iluminación cuidada y la tonalidad cruda en sus paredes y tapicerías. Sandinies y Tramacastilla, arriba, son los abuhardillados. Cálidos a costa de sacrificar cierta holgura en las alcobas y los cuartos de baño. Piedrafita y Escarrilla vienen luego, en la planta intermedia, la última de ellas con ventana sobre el cabecero. Y Quiñón de la Partacua es la suite residencial que, aparte de poseer salón propio, expresa con los tonos neutros el minimalismo inmaculado de la alta montaña. Sobre la cama de matrimonio impone su sencillez la piedra desnuda. A sus pies velan dos taburetes forrados de piel de leopardo. En la antesala, abrigada por el amor de una chimenea, tienen acomodo un par de sofás y una mesita de comedor con sillas de mimbre. Qué más se puede pretender en un retiro así que sosiego y tiempo para la lectura. Por la mañana, a la hora que determine el huésped, Juan Ignacio Pérez se presenta solícito con una canasta llena de cruasanes, brioches, mermeladas y café humeante de desayuno. ¿No es esto un privilegio?
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  • Diario El País S.L.
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  • EL PRIVILEGIO, pequeño alojamiento en Tramacastilla de Tena, en el Pirineo aragonés
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  • Un hostal de lujo con mucho amor por los detalles
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