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La periodista Covadonga Fernández regenta con su hermana Fátima un hotel de aires plácidos y apariencia indiana en el valle cántabro de Toranzo, al pie del puerto del Escudo. No por lo que esto pudiera tener de negocio, sino por conservar en las mejores condiciones posibles su antañona casa familiar. El arquitecto Luis Castillo, autor de la restauración del Capricho de Gaudí, en Comillas, y amigo de las Fernández, dirigió la reforma y ayudó en la puesta en marcha del proyecto.
Situada al pie de la carretera que desciende hacia Torrelavega, la casona exterioriza en su fachada el color azul distintivo de aquellos hacendados que hicieron fortuna en las Américas, orgullosos de pasear el haiga, construirse un chalé y plantar junto a él una palmera. Sus actuales inquilinas han bordado en este novelesco escenario un ejercicio de buen gusto y picardía decorativa. Auténtico reclamo para las revistas de decoración, con suelos originales de madera, azulejos hechos a mano, lámparas de piel de cabra con dibujos a la alheña, cabeceros de forja, galanes de noche, un armario chino de novia, jaboncitos con forma de ángel en los cuartos de baño y mamparas de ducha a medida en cristal al ácido y aluminio.
Tanto la biblioteca y el comedor como las habitaciones en general exhiben un marcado acento art déco, con divertimentos artesanales adquiridos en mercadillos y anticuarios, amén de los cuadros aportados por el pintor valenciano Javier Martínez Valle. Mejor, desde luego, las habitaciones que se esconden de la inmediata carretera, en la zona trasera de la casa, abiertas a un jardín de 5.000 metros cuadrados poblado de manzanos, perales y nogales.
Lástima que sus propietarias sólo puedan ocuparse de la casona los fines de semana y mantengan el teléfono descolgado para las reservas durante el resto del tiempo.
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