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  • Henry James llamó a esta ciudad the most beautiful of tombs (la más bella de las tumbas). Nada más lejos de una tumba. Venecia es una inmensa escenografía llena de vida. La ciudad de la laguna es vehemente, inabarcable, remendada de islas -117 trozos de tierra cosidos por 378 puentes-, extravagante o decadente, que vive de las rentas que le proporciona la historia. Ciudad increíble, edificada sobre varias capas de barro, expuesta a las mareas del Adriático y a frecuentes inundaciones, Venecia fue provincia bizantina y gran potencia entre los siglos XII y XIV, que hoy testimonia la imposible opulencia de la basílica y el Palacio Ducal de San Marcos, el depósito de toda la identidad veneciana. Los palacios de la ciudad de Carlo Goldoni y de Casanova son hoy tiendas, museos, hoteles y apartamentos, y los conventos han sido convertidos en centros de restauración. Pero su esencia es la misma que hace 200 años. Las góndolas peinan continuamente las fachadas y los cimientos de sus espectaculares edificios: sus esbeltos cascos y planos interiores, perfectamente adaptados para recorrer los estrechos y poco profundos canales, han formado parte de su paisaje urbano desde el siglo XI. Desde el Fondaco dei Turchi, un almacén turco que ahora es el Museo de Historia Natural, se puede contemplar la laberíntica personalidad de esta ciudad en los palacios que flanquean el Gran Canal, que llevan el nombre de las grandes familias y que fueron edificados a lo largo de cinco siglos: la tracería gótica de Ca' d'Oro; el palacio Vendramin Calergi, uno de los quattrocentistas más bellos (donde terminó sus días Richard Wagner); el majestuoso Ca' Pesaro, sede de la Galería de Arte Moderno y el Museo Oriental; el Palazzo Sagredo, con su fachada de arcadas véneto-bizantinas y góticas; la iglesia de San Simeone Piccolo, basada en el Panteón romano; San Stae, sede de inolvidables conciertos; el bucle de Rialto, donde el río se dobla sobre sí mismo -La Volta- para luego ensancharse y abrirse en ventanal a las grandes vistas que ofrece La Accademia -la mayor colección del mundo de pintura veneciana-; la colección Peggy Guggenheim (antiguo Palazzo Vernier dei Leoni); el Palazzo Dario, un edificio encantado cuyas paredes, dicen, dejan escapar alaridos y voces de ultratumba; el Palazzo Gritti-Pisani, ahora el lujoso hotel Gritti Palace, y el Harry's Bar, famoso por los cócteles de Giuseppe Cipriani. Ciudad tautológica, tantas veces pintada y descrita por los artistas... Thomas Mann, Proust, Stendhal, Visconti, Carpaccio, Canaletto. Venecia es un gran teatro flotante -nada parecido a Amsterdam o San Petersburgo-, un vetusto foro sólo listo para la acción en sus dos acontecimientos más importantes: el Carnaval y su Bienal de Arte. Es entonces cuando la ciudad se vuelve esquizofrénica, el gran espectáculo de masas, algo así como la Quinta Avenida en el desfile del lunes de Pascua. Ahora que la Biennale ha cumplido cien años, proponemos un recorrido por la ciudad para visitar algunas manifestaciones de arte contemporáneo que tienen su lugar privilegiado en algunos de los mejores encuadres y en los más bellos edificios venecianos. El Arsenal Una inmensa factoría donde se garantizaba la fuerza naval de la Serenísima, la única gran industria de la ciudad en el siglo XVIII. Fundado en el siglo XII, en el XVI era el mayor astillero del mundo, capaz de construir una galera -las galeazze- en 24 horas con un sistema en cadena. Rodeado por murallas, era como una ciudad dentro de otra. Su puerta del siglo XV, con sus torres gemelas y leones guardianes, está considerada la primera construcción renacentista veneciana. Para acceder hay que coger el vaporetto 23 o el 52. Una vez allí se encuentra una de las entradas de acceso a la Biennale de arte. Francesco Bonami, director del evento, ha encargado a diferentes comisarios los contenidos de los ocho apartados donde se pueden ver obras en diferentes formatos: priman las instalaciones, pero también hay pintura, vídeo, escultura y fotografía: Clandestinos (Francesco Bonami), Fault lines (Giliane Tawadros), Individual Systems (Igor Zabel), ZOU, Zona de Urgencia (Hou Hanru), La estructura de la crisis (Carlos Basualdo), Representaciones árabes contemporáneas (Catherine David), El cotidiano alterado (Gabriel Orozco) y Estación Utopía (Molly Nesbit, Hans Ulrich, Obrist & Rirkrit Tiravanija). No perderse la pieza de Michelangelo Pistoletto, justo al final del recorrido, que ha creado una gran mesa con la forma del mar Mediterráneo rodeada por sillas representativas de cada país. Pistoletto ha sido premiado en esta edición con el León de Oro por toda su trayectoria artística. San Lázaro Entre San Marcos y el Lido. En el monasterio de la isla de San Lázaro de los Armenios, Jannis Kounellis ha creado una bellísima instalación que se concentra en el claustro de la iglesia, la biblioteca, entre incunables, momias y objetos de la cultura armenia, y los almacenes. Son los espacios escogidos por el artista griego para mostrar todo su vocabulario pictórico. Merece la pena llegar hasta esta isla, que ofrece remanso visual tras la vorágine de las islas mayores. Es también una oportunidad para conocer la cultura armenia. Desde San Marcos sale un vaporetto cada día a las 15.10; la vuelta es a las 17.00. Palazzo Querini Stampalia Situado en el Campo Santa Maria Formosa, a cinco minutos de San Marcos. La pareja de artistas Ilya & Emilia Kabakov, reconocidos como los padres del arte conceptual ruso, han creado un país de Liliput con el proyecto Where is our place?, donde se combina el arte del siglo XIX con el contemporáneo; figuras gigantes, inmensos marcos dorados que se esconden a nuestros ojos, fotografías en blanco y negro nos invitan a relativizar nuestro aquí y ahora. Museo Correr Teodoro Correr legó a Venecia su colección de arte en 1830, y así creó la base del museo cívico de la ciudad. Las primeras salas ofrecen un buen fondo neoclásico para las estatuas de Antonio Casanova. El resto de la planta cubre la historia de la ciudad, con mapas, monedas, armaduras y objetos de los dux. La segunda planta alberga la galería de pintura, sólo superada por la colección de La Accademia. Junto a los tesoros de la República veneciana, F. Bonami propone la muestra Pintura. De Rauschenberg a Murakami, un recorrido que reúne el canon pictórico de la segunda mitad del siglo XX. La selección no es la mejor, se han escogido piezas mediocres de cada firma, pero se puede decir que están todos los que son.
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  • Un recorrido por Venecia, que celebra el siglo de su Bienal
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  • Cien años cambiando de estilo
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