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  • Este nuevo restaurante, que abrió el pasado abril en Sevilla, apuesta por una estética cool similar a la de los locales del barrio neoyorquino que le presta el nombre. Las lamas de madera de haya envuelven la cocina en el centro del local, como si se tratara de un embrión, y a través de ellas el cliente puede observar todo lo que ocurre alrededor de los fogones. No hay trucos. De ese embrión también salen los sugestivos pinchos que ofrece su barra. Aunque por menos de 15 euros no se puede comer en el restaurante, no hay problema para hacerlo en la barra, que además es amplia y se complementa con una original bodega. Brandada de bacalao, chatka con salmón, calabacín con jamón o cabrales batido con sidra y nueces (todos a 1,20 euros) son algunos de los pinchos elaborados por el cocinero y copropietario del local, el sevillano Pedro Giménez. La lista continúa con jamón con setas (1,80 euros), anchoas del Cantábrico con tomate concasse (2 euros) o terrina de foie de pato (2,50 euros). Además, en la barra se pueden pedir para compartir algunos de los platos de la carta, como las ensaladas o el magret de pato. Desde la cerveza (1,20 euros) hasta la copa de ribera del Duero (2,50), cualquier bebida se ajusta bien al presupuesto de 15 euros por barba. Pero la línea que define a Tribeca no se agota en la arquitectura, obra del sevillano Francisco Barrionuevo, y la decoración interior, sino que inunda la imagen pública del local. En la carta y las tarjetas, diseñadas por el joven artista Juan del Junco, se transforma en espiral, y aparece en cada detalle del local, ubicado en una prometedora zona de la ciudad, cerca del llamado Puente de los Bomberos. La acústica y la iluminación son elementos importantes para Pedro Giménez, quien abandonó sus estudios de publicidad en Londres para dedicarse de lleno a la cocina. Después de pasar por restaurantes de Los Ángeles, París, Hong Kong y Madrid, el sevillano ha decidido sintetizar lo mejor de cada sitio en Tribeca. El negocio es puramente familiar; su hermano Jaime, licenciado en hostelería, se ocupa de los postres; Eduardo, de la parrilla, y Eloísa, de la administración.
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  • Una línea de buen gusto
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