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  • Barroco como sólo el señorío andaluz puede iluminar, el hotel más lujoso de El Puerto de Santa María lleva apenas un año establecido en la quinta de los Terry, junto a las bodegas y a las afamadas caballerizas que esta familia de origen irlandés administra desde el siglo XVIII. Alrededor de la casa palacio verdea un jardín botánico heredero de esa época con media hectárea de nogales, araucarias, cactus, palmeras y parterres escalonados en dos niveles. Un pulmón verde que invita a vagar entre sus fuentes, estatuas, bancos y escaleras, dejando huella en sus cuidadísimos caminos de albero o aliviándose en los calurosos días de verano a la sombra de sus exóticas especies importadas de América. El edificio impone carácter a través de su fachada de arenisca extraída de las canteras de San Cristóbal, según qué ángulos en cinchas desnudas o enfoscada con cal. Los interiores orbitan en torno a un clásico patio andaluz pavimentado de mármol italiano desde el cual se tiene acceso a la mayoría de las instalaciones comunes, incluida una capilla con imágenes cuáqueras y artesonado mudéjar. Piedra ostionera y mármoles de distinta procedencia decoran las portadas, columnas y solerías de los salones, si bien se exponen a una lectura cursi de la reforma acometida en su reclasificación hotelera, como el repintado vainilla de las suites, su decoración con yeserías y azulejos, la algarabía estilística de las lámparas o el fuste pretendido en la cosmética de baño, serigrafiada con el blasón del hotel. Detalles históricos Más señoriales, aunque expuestas a la calle, las tres primeras suites del portafolio hotelero se ordenan en torno al patio central: 1, Alfonso X el Sabio; 2, Fernando de la Cerda, infante de Castilla y León, y 3, Alfonso de la Cerda. Menor pompa barroca ostentan las dedicadas a los duques de Medinaceli, que dan nombre al establecimiento, en especial la del primer duque, Luis de la Cerda, cuya mediación fue imprescindible para que Cristóbal Colón pudiera acceder a los Reyes Católicos y conseguir así la financiación del Descubrimiento. Los demás aposentos cumplen con lo exigible en un cinco estrellas de fundamentos nobiliarios: óleos de la familia Terry, grecas y bajorrelieves, lacería en los cortinajes, chimenea de mármol, espejos historiados, doseles, alfombras y sillones de estilo imperio... Lástima que en este retablo de época figure como un apósito intratable la caja negra del televisor.
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  • Diario El País S.L.
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  • HOTEL DUQUES DE MEDINACELI, el encanto de la antigua casa palacio de los Terry
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  • Solera barroca en El Puerto de Santa María
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