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  • Diseño es todo, pero mucho más si actual y minimalista. A la última, como lo etiqueta el antiguo Estalagem do Farol, reconvertido ahora en un hotel de culto adscrito a la cadena Design Hotels. Merece la pena verlo y, si cabe, vivirlo por unos días. El exterior del edificio mantiene los aires clásicos que tuvo durante el siglo XIX, cuando sirvió de residencia veraniega al conde de Cabral, pero de puertas adentro el argumento contemporáneo subraya la dinámica de modernización iniciada en la costa lisboeta tras la Exposición Universal. A un lado y otro de la playa se extiende la estilosa villa de Cascais, uno de los núcleos turísticos más conocidos de Portugal. La proximidad del mar es tan real que el oleaje salpica la barandilla del hotel hasta alcanzar, casi, el primer frente de habitaciones. Y, sin embargo, las instalaciones resisten incólumes la salinidad ambiental de bien cuidadas que están. Especialmente el entarimado de teca que rodea la piscina y la terraza de verano, muy agradables para darse un baño nocturno o apurar una copa a la luz de la luna. Si el tiempo lo impide resulta igualmente tentador sumergirse en la marea canalla del bar inglés, panelado de madera y abierto a un arco de corte clásico, entre penumbras melocotón y pulsiones de música lounge hasta una hora decente de la madrugada. Orden visual geométrico En ese intervalo ácido que media entre la cena y el desayuno, los espacios interiores descubren su perfil más tecno como un verdadero festín para los sentidos. Hologramas proyectados sobre las paredes, panelaciones en tonos sanguíneos y algún que otro detalle kitsch como principal fundamento decorativo... Un orden visual geométrico no exento de riesgos, como el efectismo luminoso impuesto por Manuel Alves, Ana Salazar, Fátima Lopes, Paulo Matos y otros estilistas portugueses a juego con el mobiliario más fashion del taller arquitectónico CM Dias, en ruptura con el viso barroco de las arañas de cristal y los espejos de lentejuelas, claramente inspirado en las propuestas hoteleras de Philippe Starck/Ian Schrager. Los dormitorios siguen al pie de la letra el dictado del diseño. Composición estricta de ángulos, líneas, volúmenes y tonos neutros sin concesiones a la luz atlántica que penetra a través de sus ventanales. A costa, eso sí, de algunas comodidades tan esenciales como la silla donde sentarse, las tomas eléctricas pertinentes a la recarga del teléfono móvil o el acceso a Internet, indispensable en un hotel tecnológico. Los cuartos de baño, empelechados en grises claroscuros, no ofrecen demasiados lujos al mecano escénico. Al contrario, el agua se sale de la ducha, las toallas regatean centímetros y el ajuar cosmético se antoja mínimo. Como estrecho se presenta el bufé de desayuno, prologado por un imbebible zumo de polvillo. Otras razones más rutilantes son las que hacen del Farol un hotel objeto de portada en las revistas internacionales de decoración. Artificio escénico, mucho marketing y unas privilegiadas vistas del mar a media hora escasa de Lisboa.
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  • Diario El País S.L.
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  • FAROL DESIGN HOTEL, interiorismo de vanguardia en la costa de Lisboa
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  • Aires clásicos y culto al diseño portugués
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