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Encaramado en lo alto de un cerro en pleno parque natural de la sierra de las Nieves, a 600 metros de altitud y a unos 45 minutos en coche de la Costa del Sol, este alojamiento de montaña es hijo del entusiasmo demostrado por tres jóvenes emprendedores en la recuperación de una hacienda semiabandonada. Sin más arte que su voluntad de servicio y un claro entendimiento de lo que se requiere cuando el huésped pide anonimato, Martín Jerez, Eugenio Llanos y Guillermo González aseguran esa atmósfera sosegada que identifica de lejos a los hoteles con encanto. Aires montunos, aromas silvestres, formas y colores de manual decorativo rústico.
El primer contacto es refrescante gracias a la ventilación natural del patio, exornado de la típica fuente coronaria, varias mesas de bar y sus correspondientes bancos de azulejería marroquí, alrededor del cual orbitan el salón -dividido en varios ambientes, pero siempre desocupado- y los 16 dormitorios, la mayoría de un tamaño muy razonable, vestidos con esteras, mobiliario sencillo, algún que otro elemento rusticano y un armario empotrado de rejilla, pintado de azul. Afortunadamente, el televisor y el minibar quedan bien disimulados dentro de un aparador diseñado ad hoc. Por el contrario, la iluminación nocturna basada en sendos farolillos colocados a ambos lados de la cama no favorece la lectura predecesora del sueño. Si se quieren vistas, todos miran con generosidad al valle o a la montaña, aunque más recomendables serían los de la planta superior, con un agradable balconcito para ensimismarse, aunque se cruce en la mirada un repetidor que emerge de una cima próxima.
El resto de la hacienda se tramita bajo los cánones de una casa de campo en Andalucía: paredes tintadas, pavimento de barro, utensilios de madera y forja, lencería blanca y plantas de interior, lo que asegura siempre unos rincones alegres y luminosos. Un aparcamiento de vehículos frente a la fachada lateral despeja los accesos a las instalaciones y hace más cómoda la estancia de la clientela motorizada.
La atención del trío gerente está focalizada en la cocina, lo que suele dejar el hotel en mantillas de servicio la mayor parte del día. El resarcimiento gastronómico se produce a razón de 24 euros el menú, resuelto con ciertos toques de autor, y gracias a unos copiosos desayunos de ascendencia malagueña.
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