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  • La localidad vallisoletana de Simancas tiene un indudable gancho entre los historiadores y estudiosos de la monarquía española. A un paso de la plaza Mayor emerge el castillo que diseñara Juan de Herrera, en 1574, para albergar el Archivo General, a la sazón el primero que hubo en Europa y uno de los más importantes del mundo. Su fondo documental abarca el periodo mediado entre el reinado de los Reyes Católicos y la caída del Antiguo Régimen (primer tercio del siglo XIX), relativo a las épocas austriaca y borbónica. No es extraño, pues, que esta pequeña posada nacida hace un par de años en sus inmediaciones se halle frecuentemente al completo en días laborables, cuando estos profesionales la eligen frente a otros hoteles más cosmopolitas distantes a ocho kilómetros, en Valladolid. Para ellos han sido concebidas sus intalaciones, modernas y espesas, con cierto sesgo minimalista expuesto a la crítica de la razón pura. Espectáculo visual El edificio se acomoda en una calleja tranquila al otro lado de la plaza Mayor, aparentemente ajeno al espectáculo visual que depara la cara sur de la ciudad, donde se unen en un codo caprichoso el Duero y el Pisuerga, los dos grandes ríos de Castilla. Es un caserón de capacidad limitada cuyos espacios comunes se resumen en un habitáculo-recepción y un salón dividido entre una zona de estar con biblioteca, el bar y el comedor de desayunos, muy frugales éstos, resueltos gracias a preelaboraciones ya envasadas. Las cenas gozan de mayor dedicación, aunque el vino de la casa -un Ribera del Duero a buen precio- desmerece el tono medio que mantiene esta denominación de origen. Y es que las verdaderas moradas septimanquesas aparecen en la trasera del hotel: dos plantas de habitaciones amplias y luminosas, decoradas con la calidez que proporcionan la madera de haya, las colchas de tela de saco y unos cojines de estampados prudentes. También los cuartos de baño mantienen la temperatura gracias a la madera y al generoso ajuar de toallas, albornoces y cosméticos. Tres de ellas ofrecen una envidiable terraza volada sobre los tejados que cierran la vega del Pisuerga y del Duero, a 200 metros del puente romano y unos pocos más de la autovía Madrid-Valladolid, aunque del asfalto sólo se percibe un fragor lejano y poco molesto. Las demás alcobas se asoman tímidamente a la plaza Mayor, donde los investigadores obtendrán mejores argumentos para una noche de insomnio frente al Archivo General de Simancas.
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  • LAS MORADAS DE SIMANCAS, a un paso del Archivo General de la localidad vallisoletana
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  • Despertar junto al Pisuerga y el Duero
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