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  • Su bisabuelo fue Manuel García Prieto, varias veces presidente del Gobierno a caballo de los siglos XIX y XX. Otro político liberal leonés también antepasado suyo, Andrés Rodríguez de Cela, se hizo construir en 1850 el actual molino sobre el río Tuerto como retiro para sus aficiones agrícolas... y financieras. No en vano, el blindaje de rejas, troneras, puertas y escondrijos descubierto en su interior hace recordar el funcionamiento de la primera institución bancaria de la Maragatería. Con estas credenciales, la periodista Mercedes Unzeta se ha arriesgado a convertir el viejo fortín molinero de su familia en una posada rural y ecológica, a cuatro kilómetros de Astorga. Lo primero ha sido desempolvar los anaqueles de la biblioteca e instituir en torno a ellos un escenario culto y apacible para el estudio, la lectura o las tertulias. El escritor Javier Rioyo, amigo y huésped asiduo, ya figura entre el elenco de futuros seminaristas. Tras la pequeña decepción que causa el desaliño exterior del molino, presidido por una torre de tendido eléctrico, la propietaria y sus hijos acogen al recién llegado con generosidad y gran oficio. Apenas hay otro trámite que el de curiosear entre los distintos ambientes creados en la planta baja, diáfana, y aprestarse para la cena. Las lámparas, ordenadas en el desorden premeditado de los salones, constituyen el elemento fundamental de su ornamentación. Igual que los techos, de cañizo, y el ensolado, de madera, herederos de la tradición maragata. Sabor a casa de campo Cada dormitorio es distinto. Unzeta ha tenido sumo cuidado en dejar la piedra vista de los muros, la viguería de madera, los antiguos muebles, alfombras y cortinas de alto gramaje, la bañera integrada en la propia alcoba... Hasta los radiadores fueron objeto de un concienzudo rastreo por los chamarileros del Rastro madrileño. En las habitaciones se agradece su amplitud y ese sabor añejo a casa de campo nobiliaria en la que no falta siquiera el detalle del televisor, incorporado a la estancia sólo bajo petición. Unas (1, 2 y 7) parecen sobrevolar el cauce del río, como la abundante avifauna del lugar. Otras (3, 4, 5 y 6) se asoman a él y a la finca de cinco hectáreas que rodea el molino, exuberante de vegetación ribereña, a cuyo regazo crece un huerto de manzanos. No se oye nada en todo el día, salvo esos crujidos de la madera tolerables en cualquier casa vieja. Sobre los pómulos del río, en su lánguido discurso por debajo del salón-comedor, riela la luna al encuentro de la rueda catalina.
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  • VIEJO MOLINO DE CELA, hotel rural cerca de Astorga
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  • Tertulias sobre el agua
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