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Palomar, capilla y ciprés, pazo es. Con este dicho se resume lo esencial de La Buzaca, todo englutido en cuatro hectáreas de jardines, huerta y parral con dos hórreos monumentales que sirven de baluarte a una olvidada torre del homenaje. La prosa viene después, al filo de la noche, cuando la sudoración de los montes de Moraña, en la provincia de Pontevedra, abrillanta la piedra paceña y dispone el escenario para el conxuro ritual de las pintigas y las meigas. Acento de bienvenida con el que la familia Varela, heredera de los antiguos reyes de Aragón, Ramiro I y su esposa Ermisinda, tira los anillos al aire y se enfunda el mono de la industria turística rural.
Tras atravesar el viejo portón bajo el escudo de armas, los pasos se deslizan hacia el territorio elegante de las habitaciones, entre óleos de época, artesonados polícromos y antigüedades de los siglos XVI al XVIII. Mientras quepa, el huésped puede escoger la que más convenga a sus gustos: la 1, de don Gómez Varela (1626); la 2, de don Pedro Varela de Dubra (1647); la 3, de don Diego Varela y Buceta (sin fecha), y la 4, de don Benito Varela y Aguiar (1775). Éstas, en la denominada Casa Grande, en honor a los fundadores del linaje Varela.
Una balconada de madera comunica el salón Noble y la galería de las antiguas caballerizas, donde se circunscriben otras seis estancias dedicadas a las consortes varelianas: la 5, de doña Inés Mariño de Lobeira y Salnés (1616-1681); la 6, de doña María Antonia Boceta de Caamaño y Castro (1640-1707); la 7, de doña María Teresa de Novoa y Somoza (1670-1704); la 8, de doña Juana Sarmiento y Toubes (1780-1815); la 9, de doña Guadalupe de la Cerda y Pedroso López (1846-1881), y finalmente, la 10, de doña Andrea Josefa Verea Fariña (1679-1750).
Aún existen otros tres dormitorios en el pabellón de caza que hacen referencia a los montes avistados desde sus balcones: Arxeo, Gorgullón y Rego da Roza, decorados según el vivir cotidiano del pueblo trabajador, aunque los cuartos de baño pueden parecer excesivamente austeros. Junto al pazo emergen diversas dependencias para la celebración de reuniones de empresa, amén de una carpa de bodas que afea el monumento.
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