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EN LOS OCHO primeros meses del año, 11,5 millones de viajeros internacionales volaron a España con compañías de bajo coste, lo que supone un incremento del 33% sobre el mismo periodo del año anterior. Un éxito que comparten aeropuertos como Alicante, Girona, Ibiza, Jerez, Reus, Valladolid y San Javier (Murcia), que han visto aumentar de forma espectacular sus ingresos por tráfico aéreo. Estos pequeños aeropuertos cobran menos por sus servicios, algo que han aprovechado las low cost ocupando el vacío de las grandes compañías que por sistema los ignoraban, a pesar de los incentivos económicos con los que las administraciones locales buscaban atraer a sus aviones. Es el caso de Girona, donde la irlandesa Ryanair ha decidido instalar su base de operaciones en España tras superar el millón de pasajeros en menos de un año, y a partir del 5 de febrero duplicará las ocho rutas que actualmente conectan la capital catalana con ciudades europeas. Por su parte, la compañía holandesa Basiq Air también ha anunciado la apertura de una nueva ruta entre Girona y Amsterdam para finales de marzo de 2004. Todo esto se traduce en una mejora de las instalaciones -AENA ya ha invertido 10 millones de euros en la renovación del edificio de la terminal- y en la creación de un millar de puestos de trabajo. Las compañías de bajo coste se lanzan ahora a la conquista de los grandes aeródromos: muchas ya vuelan desde Barcelona, y la ampliación del aeropuerto de Madrid, que duplicará su número de slots (derechos de vuelo), les abrirá las puertas de Barajas.
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