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  • Cada vez más, los hoteles urbanos tienden a convertirse en un teatro de invocación vanguardista cuyo aforo secuencia el pulso político, social y cultural de la ciudad. Philippe Starck entonó el prólogo de esta liturgia y los grandes del diseño contemporáneo -como Anouska Hempel, Terence Conran o Arno Jacobsen- han seguido el argumento al pie de la letra. Om... Oommm... Inspirado en el mantra pranava del hinduismo, ese sonido primordial del cual todo emerge y hace despertar la conciencia de los individuos, el último estreno en Barcelona propone la letanía tántrica ensayada antes en otros restaurantes del Grupo Tragaluz, que invierte ahora en un hotel de lujo en pleno Carrer Rosselló, junto al paseo de Gràcia. El arquitecto Juli Capella y las interioristas Sandra Tarruella e Isabel López han concebido el escenario. La paisajista Bet Figueras ha imaginado el jardín interior con sus bambúes de 14 metros y las vincas y belesas que ornamentan de azul los maceteros. Los hermanos Roca, desde el púlpito de la idolatrada nouvelle cuisine española, ofician en los fogones con la maestría aprendida en su célebre Celler de Can Roca, en Girona. Todos interpretan, por difícil que parezca diseñar algo nuevo en la capital del diseño, un papelón bien dirigido, mejor escrito y perfectamente representado. Armonía Frente al cliché estirado de los hoteles boutique, los empleados del Omm revelan un karma armónico, sin complejos, bien atento a los requerimientos de su clientela. El loft a ras de calle, donde la luz unge una sucesión de espacios inteligentes -la recepción, el salón, el bar y el restaurante Moo- separados por gasas metálicas y presidido por una chimenea-pira ritual, celebra a diario una representación sacramental del ver y ser visto, el encuentro social, la charla amena o el copeteo informal. Aquí están programadas unas OmmSessions nocturnas que harán felices en primavera a los melómanos. Seis plantas más arriba conducen al nirvana, expresado en el silencio beatífico de 59 dormitorios alineados a lo largo de unos pasillos oscurísimos y minimalistas. En ellos se rompe, por fin, el aburrido perfil del cuarto de baño encajado a regañadientes en un ángulo de la alcoba: un biombo de aluminio lacado separa ambos espacios a la vez que permite el acoplamiento geométrico de los armarios y el monitor de televisión. Unos estores accionados eléctricamente desde la pared y el frontal de la cama gradúan el aporte lumínico natural a la estancia. En el aseo se ofrecen toallas de alto gramaje, un quimono en lugar de albornoz y cosméticos de alta calidad provistos por Esencial Mediterráneo. Éstos y otros detalles incitan a la levedad soportable del gusto despojado de su tópico onirismo, sin que sea preciso estar en om todo el día para cultivarlo como Dios -Krisna- manda.
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  • HOTEL OMM inaugura un nuevo estilo de diseño en el Ensanche de Barcelona
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  • Minimalismo en torno a un jardín de bambú
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