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  • Lo último en Barcelona es el restaurante que acaba de inaugurar el conocido cocinero Sergi Arola. Un espacio vanguardista salpicado de detalles retro, que en ciertos rincones recuerda escenarios de Pedro Almodóvar. Bajo el paraguas de un nuevo hotel, Arola ha vuelto a repetir la jugada que tantos éxitos le ha procurado en Madrid en los últimos años. Una vez más, una empresa hotelera confía en el prestigio de un cocinero en auge, consolidando la tendencia de determinadas cadenas a fichar profesionales de renombre. Ahí están Ferran Adrià, Martín Berasategui y Enrique Martínez, vinculados a NH; Santi Santamaría, con Hesperia, y Joan Roca, en el hotel Omm, entre otros. Ambiente desenfadado y elegante Con la naturalidad que le caracteriza, Arola ha renunciado a elaborar alta cocina en contra de lo que todo el mundo suponía. En su lugar, platos para picar moderadamente creativos, sin más pretensiones que las derivadas de un ambiente desenfadado pero elegante. A pesar de que la responsabilidad de la cocina recae en Ángel Palacios, a partir de ahora Arola habrá de repartir sus inquietudes entre La Broche (situado en el hotel Miguel Ángel de Madrid) y el hotel Arts (Barcelona), en uno de cuyos anexos se encuentra el local recién estrenado. Tan atractivo es el marco y tan sugerente la fórmula, que a las pocas horas de su inauguración se ha convertido en un lugar de moda. Lo mejor es compartir distintas especialidades. Platos que se inspiran en la cocina mediterránea y se sirven en medias raciones, tal y como advierte la carta sin contemplaciones. Se acierta con la tarrina de hígado de pato y las sardinas con huevas de arenque, dos sugerencias resultonas. Son correctas las croquetas de jamón, y algo deslucida la tabla de embutidos, que incluye jamón ibérico, jamón de pato reseco, butifarrón blanco y secallona. En el resto, algunos defectos achacables a la falta de rodaje que deberían subsanarse pronto para no desmerecer de su artífice. En el empedrat de bacalao desilusionan las alubias, duras y con demasiado hollejo. No convencen los chipirones fritos con vinagreta de tinta y aceite de jengibre, plato muy confuso, ni tampoco el arroz que acompaña a un pichón espléndido cuyos granos resultan algo enteros. Por el contrario, el salmón marinado con aceite de cítricos es suave, y el marmitako de atún en versión libre, sugerente.
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  • AROLA, un sugerente espacio con platos para picar inspirados en la cocina mediterránea
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  • La naturalidad de Sergi Arola llega al hotel Arts
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