PropertyValue
opmopviajero:IPTCMediaType
  • text
opmopviajero:IPTCMimeType
  • text
opmo:account
opmo:content
  • De los cuatro hoteles existentes en el núcleo residencial de Cerler, hoy por hoy la mejor estación de esquí del Pirineo aragonés, sólo uno se merece la etiqueta mercadotécnica del encanto. Casa Cornel constituye una feliz excepción en el paisaje arquitectónico de sesgo industrial que ha ido surgiendo junto a la base de los remontes mecánicos, quizá por la necesidad urgente de dar alojamiento a los miles de españoles que se estrenan cada año en la práctica del deporte blanco. El hotel nació hace poco sobre los restos de unas edificaciones en piedra cuyo origen se atribuye a Pere Cornel, ayo de Jaime I el Conquistador, y la ampliación, a sus herederos Pedro Cornel, obispo de Tarazona en el siglo XV, y Antonio Cornel, que llegó a ser ministro en el siglo XVIII. Un blasón sobre el zaguán de entrada atestigua el fuste genealógico de los obispos, abadesas y militares que habitaron la casa. A ambos lados del empedrado se resguardan las estancias, diferenciadas por su categoría en un hotel de dos estrellas y un hostal de precios más económicos. El encanto se inclina, precisamente, hacia el flanco que ocupa el hotel, más consolidado, mejor atendido y atrayente por la rusticidad preconcebida de sus 15 habitaciones. Amplias, acogedoras y bien caldeadas, como es prescriptivo en la montaña. Con vistas al valle de Benasque, entre los tresmil que secundan al Aneto, las buhardillas siempre ofrecen un punto más romántico y evocador, afirmado por los revestimientos de madera, la viguería vista y los claroscuros de su iluminación, sin mayores florituras. No tan generosos en espacio, los cuartos de baño aseguran un buen caudal de agua caliente y toallas de abrigo. La decepción llega cuando el sol despunta entre los aleros y apetece entonarse frente a una taza de café. A ratos alborotado, otras semiolvidado, el comedor tiene más personalidad y aroma familiar en las cenas que a la hora perezosa del desayuno, tramitado sin otra perspectiva que la de saciar el apetito y hacer acopio de calorías para resistir la jornada en pistas. Y fuera de los meses invernales, ¿qué? Poco más que respirar aire fresco y entregarse a la lectura en la terraza de verano ajardinada, frente al aparcamiento del hotel. El turismo desciende a Benasque, a sus tiendas y bares, a sus centros de actividades al aire libre. Cerler se transforma entonces en un pueblo fantasma frente al telesilla inmóvil de la estación.
sioc:created_at
  • 20040403
is opmo:effect of
sioc:has_creator
opmopviajero:language
  • es
opmopviajero:longit
  • 553
opmopviajero:longitMeasure
  • word
opmopviajero:page
  • 19
opmo:pname
  • http://elviajero.elpais.com/articulo/20040403elpvialbv_6/Tes (xsd:anyURI)
dcterms:rightsHolder
  • Diario El País S.L.
opmopviajero:subtitle
  • CASA CORNEL, hotel y hostal en Cerler, entre piedras del siglo XIII
sioc:title
  • Un dos estrellas con vistas al Pirineo
rdf:type

Metadata

Anon_0  
expand all