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  • Nómadas globales. Bohemia chic. Exotismo mediterráneo. Éstas son las claves conceptuales del hotel que acaba de estrenarse en el casco antiguo de Palma, frente al archiconocido bar de copas Ábaco. Una isla dentro de otra isla que toma como referencia un palacete del siglo XIV transformado en altar del diseño y escenario imprescindible para ver y ser visto en una ciudad hoy considerada como el lugar donde mejor se vive de España. Epatante sólo con advertirlo desde la confluencia de las calles de Montenegro y la Mano del Moro, en un paralelo del Borne. Minimalista, étnico, urbano y algo esnob. Arquitectura de fusión, sin ningún recato. El ras de callejón ofrece un espacio diáfano al Opio bar & restaurante, versión actualizada del salón teatro idealizado por el diseñador Philippe Starck para la cadena de Ian Schrager en Londres, Nueva York y San Francisco. Ágora contemporáneo, desenfadado y provocativo acuñado, en este caso, por el interiorista madrileño Álvaro Planchuelo. Vestir de esmoquin aquí es una vulgaridad. Se lleva la coleta, en hombres, y el escote extremo, en mujeres. Las copas se toman indistintamente en la barra o repantigados sobre cojines de sarí indios, entre doseles de caracolillos marinos y anaqueles de velas prendidas. ¿Excéntrico? No, actual. El artificio decorativo prosigue en el patio interior, habilitado como terraza de verano, con mesas de maderas orientales y sillones bajo palio. También en la azotea, un lugar refrescante para echarse un trago en la intimidad de una jaima, a la luz de las velas, con vistas al mar y a las agujas de la catedral. Cualquiera de sus 26 habitaciones y suites sellan en la retina un paisaje de máxima luminosidad y colores atrevidos, según las reglas del tao y acorde con el carácter bohemio de los detalles: mobiliario tailandés, lámparas guineanas y plumones importados del Rajastán. La más vistosa, la 15, es un dúplex con el dormitorio arriba y un tálamo estilo chaise longue en medio de la planta baja, frente al cuarto de baño, caracterizado por sus tonos tabaco y sus texturas de pizarra negra. Un estilo de vida Prueba de que el hotel quiere definir un estilo de vida es el tratamiento ambiental que hace de la música, único en su género hasta ahora. Mezclas propias de chill out ibicenco a la carta a través de la televisión interactiva, con sonido home cinema, o en una colección de CD a la venta en la recepción del hotel. El desayuno puede mejorar, aunque las elaboraciones caseras son muy notables. Especialmente, el sorbete de queso. Los cojines multicolores de la cena se sustituyen ahora por otros de blanco. Puro, como este hotel.
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  • Diario El País S.L.
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  • PURO HOTEL, arquitectura de fusión en el centro de Palma de Mallorca
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  • Exotismo mediterráneo y música 'chill out'
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