opmo:content
|
-
Por historia que no quede. El edificio ha venido funcionando desde el siglo XIII como atarazana, galpón y aduana antes de que la familia Ferrer lo convirtiera en hotel aprovechando el tirón turístico de Denia, cuya estación náutica, en la raya entre Valencia y Alicante, acrecienta temporada a temporada su importancia mediterránea. De lejos, y también de cerca, se parece mucho a un parador de los de antes, anclado en las aguas de las apariencias nobiliarias, los doseles rimbombantes, bitácoras, ánforas, forjados, barandillas de nudos y cuadritos de época. Una agencia inmobiliaria, propiedad de los Ferrer, comparte las instalaciones hoteleras a ras de calle, apoyada en la ventaja que le otorga su estratégico emplazamiento, justo a los pies del castillo, en el punto más bullicioso y alegre de la ciudad.
Es complicado aparcar en el entorno. Tras la descarga momentánea de las maletas, frente a la puerta, hay que rodear la manzana y enfilar una calle adyacente para guardar el coche en el garaje habilitado por el hotel. Frente a la recepción se dispone un minúsculo salón de lectura y un concurrido piano-bar con otro acceso lateral utilizado desde la fresca por paseantes y parroquianos adictos a su terraza, orientada hacia la marina. Huele todo el hotel a ambientador fenólico mezclado con la sal y los aromas portuarios, tan inclasificables como el colorido y las texturas de las flores sintéticas que exornan el descansillo de los pisos.
Con una azotea
Más que personalidad, cada una de las habitaciones acredita un tamaño y una morfología diferentes, con vistas a veces muy agraciadas, como en el caso de la suite Fragata, de casi 100 metros cuadrados, cuya azotea (bañera de hidromasaje incluida) contornea por completo la fachada y ofrece la mejor panorámica de la bahía de Denia. Su escaso atractivo ornamental tiene la orza de un sinfín de adminículos domésticos y otros detalles que ni en los mejores hoteles de cinco estrellas. Pero, mientras sea posible, conviene alejarse de las habitaciones delanteras, más expuestas al ruido de la marcha nocturna y de los tubos de escape de las motos.
|