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  • A la vista del Guggenheim, o del más cercano palacio de congresos Euskalduna, el último hotel inaugurado en Bilbao emerge sobre las ruinas fabriles de Abandoibarra tras esa epidermis fucsia, almagre y canela que identifica la arquitectura mexicana de Barragán y compañía. Si se observa desde otra perspectiva, como la que ofrece en su interior el atrio reticular a 10 alturas, entonces sólo cabe hablar de arquitectura. Con mayúsculas. Obra del también mexicano Ricardo Legorreta, que ha logrado una cabal interpretación del espacio y la luz. Toda la urdimbre de fachadas es un diagrama vectorial de triples cuadriláteros con una articulación lineal de ángulos y aristas de axonometría variable, y la única curvatura de la semibóveda como una alegoría nocturna del firmamento bilbaíno. El rascacielos tiene una lectura minimalista sin serlo, un orden geométrico sin simetría. Guiño contemporáneo a la pulcritud funcionalista de la escuela alemana de la Bauhaus. Cada tronera del atrio es un punto de observación inteligente y apabullante sobre el cosmopolitismo del hotel: el tránsito de personas por los corredores, el movimiento de los ascensores panorámicos, el chapoteo de la piscina transparente en el piso sexto, los efluvios balsámicos del Wellness Center... En el lobby, presidido por una escultura totémica de luz y mármol, se percibe una heterodoxa multiparla de inglés, japonés, italiano o sueco, hija de la globalización turística. Madera, textil y cuero fino El ambiente high-tech del hotel no impide que la pituitaria reciba en cualquier parte el olor atrabiliario de la madera, del textil, del cuero fino. Legorreta evoca en cada uno de los salones el nombre de sus admirados arquitectos Foster, Gehry o Moneo. Obra gráfica aparte, incluida una importante colección de maquetas navales, el único canon decorativo que subyace bajo la piel tecno de su edificio es la propia arquitectura. El mejor de los atrezos. Valores de siempre, como domésticos son los innumerables detalles que se ofrecen en las habitaciones, incluido un canal propio de televisión de la cadena. A ver quién le hace ascos al programa de fidelización Sheraton Preferred Guest, que regala puntos canjeables por estancias en lugares paradisíacos.
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  • SHERATON BILBAO, lección cosmopolita de un arquitecto mexicano
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  • Colores y texturas de Legorreta
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