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  • El verde asturiano en los lindes del parque natural de Somiedo es una postal iluminada de montañas, valles profundos, brañas vaqueiras, osos controlados, urogallos invisibles y algún que otro trasgu fisgón de la mitología celta. Mario Rosso de Luna, estudioso del hermetismo peninsular, se refirió en incontables escritos a estos arcanos cuya memoria guardan el lago del Valle, sobre los riscos vigías de la Pola de Somiedo, y las ruinas medievales del castillo del Alba. Hoy, el turismo de naturaleza se ha afianzado en lugar de la leyenda como un mesías económico y su principal cuartel es un caserón de apariencias antológicas tras el encuadre kitsch de dos representaciones en bronce de oso (Ursus asturiensis) a ambos lados de la entrada. Nada que sugiera, ni por lo más remoto, la escenografía high-tech recreada en su interior por uno de los más celebrados interioristas asturianos, Chús Quirós, que lo mismo proyecta un bar de tapas urbano que un hotel rural frente al mar o la montaña. La cafetería de este Castillo del Alba recuerda, sin matices, aquel mesón Cabo Peñas que fue su primer éxito en Oviedo. Atisbo de vanguardia Superada la primera impresión, conviene mostrarse indulgente con el atrevimiento del proyectista en un municipio hasta ahora ajeno a cualquier atisbo de vanguardia. Las estancias rehúyen del rigor de la piedra y la madera como los venados del arcabuz. Hay mucho mueble Ikea en los dormitorios, expuestos con el mayor respeto dentro del exiguo espacio que deja el edificio a su utilidad. Por el precio que cuesta aquí la noche no se puede pedir más que buen gusto y un sentido práctico al encajar las piezas del puzle. Aire para divisar las montañas sin obstáculos, desde la cama. El hotel se resume en estos simples conceptos y en la exigencia profesional de una atención al huésped acorde con la naturalidad de los asturianos. Aurelio Álvarez y su equipo velan por que nada falte, a pesar de la distracción que supone para el servicio de hospedaje la numerosa parroquia de lugareños que frecuenta el bar. En verano, el mejor sitio para desgranar la tarde, si hace bueno, es la terraza exterior que mira de tú a tú a las cumbres somedanas. Frente al resto de las instalaciones, la naturaleza, en su plenitud, se convierte en el principal reclamo del hotel.
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  • HOTEL CASTILLO DEL ALBA, descanso en las brañas vaqueiras de Somiedo
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  • Diseño práctico en la montaña asturiana
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