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  • Valencia saca brillo de su planta hotelera con vistas a la celebración de la Copa del América en 2007. Y frente a quienes se inquietan por el incremento de la oferta de camas están los que, a la chita callando, promueven hoteles con estilo, precio razonable y atenciones dignas de otros establecimientos de mayor categoría. Luis García Alarcón, propietario del Ad Hoc aledaño al puente de Calatrava, y su socia Loles Salvador, maestra arrocera y dueña del restaurante La Sucursal, en el Museo de Arte Contemporáneo, pertenecen a esta generación de empresarios empeñados en hacer las cosas bien desde el principio. A un lado del club de golf Escorpión, muy cerca de la Feria de Muestras y el aeropuerto de Manises, regentan sin grandes ambiciones una instalación bien dimensionada y resuelta a complacer paladares campiranos, agradecidos de evitar el bullicio de la ciudad. El hotel Ad Hoc Parque tiene apenas cuatro años de existencia y ya se ha convertido en una referencia valenciana por su perfil posindustrial, de ladrillo visto, y el oasis de palmeras que lo enmarca, entre cuyos jardines se ofrece una agradable terraza encendida en noches de verano. También por la pulcritud y plena disposición del servicio, al frente del cual Eva Roqueta ejerce como una directora imprescindible y familiar a los huéspedes. Su trabajo puede interpretarse como un verdadero encaje de bolillos a la ché. Aquí se duerme a satisfacción, se come mejor y, si uno es jugador de golf, el presupuesto da para dos salidas al green (el campo ofrece un par de recorridos de 9 y 18 hoyos). Desde la recepción se gestiona también un tratamiento termal en el Spa Hotel La Calderona, recientemente inaugurado en la parcela adyacente. Nada espectaculares por su tamaño ni mucho menos por el equipamiento, las 40 habitaciones y suites resuelven con buen gusto lo esencial de una estancia esencial, esto es, sujeta a los simples requerimientos del sueño. Cama confortable, aislamiento acústico, detalles curiosos y cuartos de baño limpios, que no es poco en alojamientos de extrarradio. Diversas empresas valencianas celebran aquí sus convenciones y no necesitan más. El único lujo perceptible es la cocina del joven Enrique Campos, autor de algunos platos muy notables (coca de escalibada, caballa y pulpo a la gallega; tartar de leche con apio, tirabeques y jugo de galeras con cardamomo; crujiente de manitas con boletus sobre parmentier de patatas) reunidos en un menú de degustación al precio de 39 euros. Otras elaboraciones más someras llenan las horas del desayuno, que podría tocar el cielo si el zumo de naranja se hiciera acompañar de parecidas excelencias.
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  • AD HOC PARQUE, golf y tranquilidad en un hotel de habitaciones esenciales
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  • Diseño posindustrial a las afueras de Valencia
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