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Bregados en sacar adelante un hotelito rural en Asturias como fue el Aultre Naray, el matrimonio madrileño formado por Fernando Mateos y Pilar Calleja se aventura ahora con un hotel de avanzado diseño en Madrid. Una apuesta por la hotelería high tech formulada en 16 habitaciones de altos vuelos en el entorno del aeropuerto y el parque ferial de Ifema.
Reconocible entre la colonia de chalés por su pureza geométrica y su leve corte posindustrial, el edificio adopta la forma de un cubo blanco inspirado en el racionalismo de los años cincuenta, escasamente audaz en la forma, pero sí en el fondo. Todo lo que adquiere relieve y color al franquear el porche lateral está tocado por la magia de las decoradoras Maipi Esteban y Cris Gabás, cuya sintonía estética con Philippe Starck ha quedado bien patente en su reciente intervención en el hotel Neri H&R de Barcelona. Mestizo de barroquismo y vanguardia, su nuevo proyecto de interiorismo explora las texturas y los contrastes a través de alegorías escénicas que toman como protagonistas a Acis y Galatea, de la ópera de Haendel, símbolos del amor perseverante en la mitología griega, cuyo retrato mural preside la mitad de las estancias.
Cálido y refinado, el salón de estar está abierto a una agradable terraza exterior mediante una cristalera y separado del comedor por un cortinaje de gasas negras. A un extremo se alinean las habitaciones más apetecibles (101, 103 y 105), con terraza propia, un verdadero lujo en Madrid. Y no digamos la suite 200, en la planta superior, amplia y luminosa, listada en tonos ocres metálicos... Y a un precio razonable, dentro de lo que cabe. Los propietarios no han escatimado recursos para significar su interés por la domótica: monitor LCD de televisión y acceso Wi-Fi a Internet, sin olvidarse del diseño a la última de los cuartos de baño.
La cocina huye de complicaciones con una carta estrecha, pero sólida. Inexplicable, en cambio, es la levedad testimonial del desayuno, resuelto mediante un minibufé que difícilmente contenta a la clientela internacional. Pasajeros en tránsito, ejecutivos en feria, artistas de gira, nómadas solitarios. Todos celebran que el trayecto hacia el aeropuerto dure un suspiro.
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