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  • Erase un virtuoso caballero de los de alcuza llena y gabán caído cuya vida se extinguía víctima de una enfermedad incurable. Galenos, curanderos y santones se afanaban inútilmente en aliviarle con sus lenitivos, hasta que un día se presentó una bellida dama en el alminar con una rosa en la mano. El olor de sus pétalos sanó al paciente, pero la doncella murió al poco. Desolado, el caballero enfermó de nuevo. Sus dos últimos deseos fueron que le acercaran la flor de su amada al lecho y que, en su recuerdo, el castillo se llamara Flor da Rosa. Así la leyenda dora de romanticismo una de las pousadas más atrevidas desde el punto de vista arquitectónico que hoy tiene Portugal. Almenas, torreones, barbacanas y troneras destierran toda idea de modernidad si el bastión conventual de la Orden de Malta, erigido en la segunda mitad del siglo XIV por el prior Álvaro Gonçalves Pereira, quiere contemplarse desde las planicies del Alentejo. Pero, una vez franqueado el arco por el que antaño entraban y salían los hospitalarios de San Juan de Jerusalén, todo lo que destella intramuros lleva la firma del arquitecto portugués Carrilho da Graça, audaz en la percepción utilitaria de la tecnología, cartujo -o minimalista- a la hora de reafirmar la simplicidad característica de la arquitectura medieval. Sus propuestas estilísticas emocionan. Como dos piezas de un puzzle, la construcción antigua y el ala nueva encajan sin violencia ni artificio. Un laberinto de patios, arcos, dinteles, zócalos y escaleras definen el uso de los espacios comunes: la Sala do Capitulo y el restaurante. Arriba, en su alambicada geometría, las habitaciones pugnan por retener al huésped entre las sábanas, dulces, el paisaje mural, abstracto, y la perspectiva del jardín y el campo alentejano atrapada en la retícula de los ventanales. A costa de estirar el bolsillo, cualquiera de las alcobas encajadas en sus tres torres gozan de unas vistas únicas sobre el humilde caserío de Crato, además del privilegio que supone dormir entre sillares desnudos. La 401, preferida entre las preferidas, resuelve la vacuidad de su altura mediante una bóveda invertida y un juego de escayolas que integra el aire acondicionado y lo dirige a la pared, no hacia el durmiente. Un pasadizo oculto comunica la estancia con una terraza porticada a la que también se accede desde el cuarto de baño. La rehabilitación arquitectónica adquiere aún mayor relevancia en el área de la piscina, y los corredores exteriores, apantallados por un muro de increíble pureza axonométrica, deslumbrante al sol. Nacida del rigor y la necesidad, no como una vicisitud estética, la arquitectura de Carilho ha inspirado la última reclasificación de las Pousadas de Portugal bajo el distintivo Históricas Design.
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  • POUSADA FLOR DA ROSA, un fin de semana de historia y arquitectura en Crato (Portugal)
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  • Muros modernos para un castillo medieval
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