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  • El penúltimo de los paradores en ver la luz bajo la responsabilidad política de Ana Isabel Mariño, ex presidenta de Paradores relevada por Antoni Costa, añade una nueva visión del interiorismo campestre a la red estatal. Lejos del rigor montañés que se le podía presuponer, el paisaje visual de sus distintos salones, terrazas y dormitorios enfatiza con elegancia el carácter mundano y la alcurnia de los antiguos dueños del palacio de Eguilior, en la localidad cántabra de Limpias. Ello explica sin rubor el triunfo del híbrido victoriano, gustaviano y art déco sobre cualquier otra formalidad regional a la hora de proceder a su rehabilitación como parador de turismo. Manuel de Eguilior y Llacuno, conde de Albox y ministro de Hacienda con Sagasta, organizaba en esta mansión ilustrada bajo las frondas sedosas de El Castañar los consejos de verano que presidía Alfonso XIII. Cinco hectáreas de gran riqueza botánica envolvían las disquisiciones fiscales, sin contar por menudencia el vaivén de carruajes y ajetreo de menestrales que fluía por los parterres sembrados de hortensias y petunias. El edificio principal, al cual se le ha adherido un remedo de arquitectura montañesa con galerías y amplias zonas acristaladas, encuaderna un jeroglífico modernista con cuatro torreones esquineros y una portalada de geometría historicista, seña de identidad de tantas casas nobles decimonónicas. Por caprichos de la accesibilidad (se puede guardar el coche en el garaje), ese frontis se halla hoy relegado a espaldas de la entrada principal desde la carretera. Espectacular la escalinata, así como la araña que pende sobre ella, frente a una vidriera emplomada. Acogedor, muy hogareño, el salón de estar, con chimenea de madera tallada, generosas tapicerías en tonos verdes y rojos y una iluminación llena de matices. O esas alfombras alpujarreñas... Butacones orejeros Las habitaciones avanzan en línea por las alas del palacio, atendidas con pulcritud normalizada gracias al carrito multifuncional de limpieza diseñado por el responsable de I+D de la cadena, Emilio Gómez Calcerrada. Ambientadas en clave norteña, con una galería evocadora del paisaje gallego sobre el cántabro, destilan cierto aire añejo debido al uso de butacones orejeros y alguna que otra chaise-longue habilitada como cama supletoria. Colman esa sensación los suelos, de tarima listada, muy barnizados; las colchas y cortinas, de matorral mediterráneo; los cabeceros de madera tallada, las lámparas de forja y los grabados con motivos florales. Un mueble ad hoc esconde el artilugio de televisión, pero se echan en falta tomas eléctricas accesibles a nivel de la mesa. Por sus vistas a la arboleda, su frescura otoñal y su amplitud manifiesta, destacan, entre todas, las suites con terraza de los vértices. Eso sí, los precios de estas estancias suponen ya un anticipo del calentón tarifario anunciado en todos los paradores por los nuevos gestores de la red.
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  • Diario El País S.L.
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  • PARADOR DE LIMPIAS, un palacio del siglo XIX en el bosque húmedo de Cantabria
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  • Sensación de hogar en versión norteña
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