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  • En verano, el parque nacional de Aigües Tortes. En invierno, la estación de esquí de Espot, si es que alguien consigue evitar su anunciada quiebra económica. Con estos argumentos nace para el turismo de montaña un hotel de 14 habitaciones que toma el nombre de la leyenda de Els Encantats, según la cual dos cazadores se quedaron convertidos en estatuas de roca por salir en persecución de unos sarrios (rebecos) mientras oían misa el día de la romería de Sant Maurici, en el pueblecito pirenaico de Espot. Podía esperarse de semejante iniciativa y en tan privilegiado lugar un encanto superlativo. Lo cierto es que el establecimiento sólo se distingue del resto por sus mimbres decorativos y el buen trato que el matrimonio propietario dispensa a sus huéspedes a un precio muy razonable. En su observancia de lo políticamente correcto, el edificio irrumpe en el centro del pueblo bajo el diktat arquitectónico del granito y la pizarra, el tejado a dos aguas con aleros y lucanas, así como el tradicional abalconamiento en madera de la fachada. Dos portones ad hoc facilitan el acceso al vestíbulo-recepción y a la cafetería. El primero será reconvertido pronto en una elegante biblioteca, mientras que la segunda soporta a todas horas un vociferio parroquiano. Sólo a partir de la medianoche, el local calla para consentir el rumor próximo del río. En las habitaciones se duerme, es verdad, a pierna suelta. Las vistas de la montaña hacen más apacible, profundo, el sueño vacacional. Antes que por sus dimensiones, todas confortan por el tono visual extraído de las revistas de decoración, rayano a veces en la cursilería. Amarillos, naranjas, rosas, lilas, azules y pistachos. Especialmente sugerentes las buhardillas, como la número 9, amuebladas con maderas importadas de Java, espejos de piedra traídos de la India y algunas piezas de reconocido diseño contemporáneo. La número 14 exhibe un maravilloso aparador chino. La 11, una cama indonesia. Una planta abajo, la 2 revive el estilo troumeau gracias a una cama de matrimonio adquirida en la Fundación Carmen Pardo. La 6 reúne el imaginario hippy de la forja y las lamparitas características de Lombock. La 3, quizá la de mayor tamaño, ofrece al durmiente un paisaje ecléctico de una especie de minimalismo rústico. Desayuno y 'spa' El servicio de desayuno, insulso y vulgar, se ofrece en barra o sobre las mismas mesas utilizadas para la cena la noche anterior. Tampoco apasionan las instalaciones spa habilitadas en un espacio y bajo una ambientación de andar por casa, pese a la amplia carta de tratamientos anun-ciada: baño turco con cielo estrellado, sauna con cromoterapia, ducha sensaciones, aromaterapia, aplicaciones de barros, algas y aceites esenciales, shiatsu, reflexología y clases de yoga, aerobic y pilates. Y lo más sugerente, por innecesario: la fuente de hielo o cómo refrescar el cuerpo por vasoconstricción, friccionando brazos y piernas con hielo al salir de la sauna. Si un simple revolcón en la nieve, fuera del hotel, lo curaría todo...
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  • Diario El País S.L.
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  • HOTEL ELS ENCANTATS, buena relación entre precio y calidad en el Pirineo catalán
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  • Pizarra y gusto por el diseño
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