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A veces, el lujo se ofrece a todos los mortales: este mes a 100 euros la noche o dos bonos de Bancotel (en agencias de viajes). A veces, en el caso del Pestana Palace lisboeta, la ganga se prolongará previsiblemente por espacio de cuatro meses, los que coinciden con la temporada baja. O incluso todo el año gracias a la tarjeta promocional 4 Noches, que permite una extensión del viaje a cualquiera de los 40 establecimientos de Pousadas de Portugal, por 297 euros en habitación doble.
Ofertas aparte, el Pestana Palace es, probablemente, el mejor hotel de Lisboa. Aparece encumbrado en una de sus siete colinas, donde la familia indiana de los Valle-Flor estableció a finales del siglo XIX su residencia. Un palacio de estilo cour jardin con mansardas y voladizos de pizarra, abrazado por unos jardines que se extienden hacia el Tajo a través de las antiguas caballerizas, adquiridas por la cadena Pestana para nuevos salones de reuniones, un restaurante y una terraza mirador sobre el pulmón fluvial de la ciudad.
Tras una ardua rehabilitación, los interiores destilan un refinamiento de otra época, apabullante en la exhibición de sus resucitados frescos, artesonados y lacas de Macao, esencial en la recreación de su pasado exotismo mobiliario, herencia del regusto colonial acaudalado por la antigua familia propietaria durante su aventura asiática. En un apéndice moderno con dos alas se suceden las habitaciones, muy amplias y bien insonorizadas, aunque el cuarto de baño desmerece por pequeño y algo escaso de cosméticos. Eso sí, con algunas exquisiteces: echan pétalos de rosa en el WC. De preferir unas, las pares del 2010 al 2030 con terrazas al jardín. Desde muy temprano, el desayuno sigue una liturgia rescatada milagrosamente del olvido. El servicio atiende una a una las mesas de la veranda, ungidas por la luz de la mañana, frente a las estatuas que dan vida al jardín.
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