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El invierno regala a los amantes de la naturaleza y la fotografía momentos únicos. La atmósfera limpia, la lluvia, nieve, hielo, escarcha y niebla, crean atmósferas interesantes que con práctica y algunos consejos se pueden atrapar en una fotografía.
1 LUZ. La mejor luz se da en las primeras horas de la mañana y en las últimas de la tarde, por ser más cálida y con sombras menos duras, que realzan el relieve de los elementos protagonistas. Para salir al campo es preferible madrugar, porque la nieve sin huellas puede ser más atractivo que uno pisado.
2 COLOR. En invierno, los cielos nublados son recomendables para escenas con color, debido a la ausencia de sombras y a la mayor saturación de los tonos. Si el paisaje está nevado y el sol brilla, los colores blancos inducen al fotómetro a subexponer la escena, por lo que habrá que compensar la luz medida en 1,5 o 2 pasos de mayor abertura del diafragma.
3 ENCUADRE. Los objetivos de gran angular se adivinan como muy útiles para los paisajes porque abarcan mucha más escena y permiten tener enfocados todos los planos. El primer paso es componer la escena, con un estudio de los elementos más llamativos del paisaje para convertirlos en el centro del interés visual. Hay que poner atención al encuadre y evitar elementos no deseados (líneas eléctricas, vehículos...). Si el cielo no tiene un significado especial, lo más aconsejable es dejar el horizonte en el tercio superior. Un centro de interés que refuerce la composición y llene el primer término aporta una referencia de escala.
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