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  • A diferencia de lo que ocurre en los Alpes o en las Montañas Rocosas, alojarse a pie de pistas en los Pirineos es un lujo al alcance de pocos esquiadores. Y si la estación se llama Baqueira-Beret, el privilegio se obtiene sólo si se abonan los 180 euros que cuesta la habitación doble en el recién estrenado Eira Stylehotel. Un pulcro, mínimo, sorprendente hotel con estilo arrebujado entre el pintoresco belén de construcciones aranesas que identifica a la Pleta, la exclusiva urbanización Tanau 1700. A sólo 40 metros arranca el telesilla Esquirós, que pone al aficionado a los deportes blancos en el núcleo principal de Baqueira 1850. Cuesta dar con el hotel entre los edificios todos parejos que componen la urbanización, diseñada bajo los reglamentarios moldes de la piedra vista, la madera y la pizarra en el tejado a dos aguas, con lucanas. Es imprescindible avisar por teléfono de la llegada o ir en busca del mando a distancia que abre el portón del garaje, 100 metros más abajo. Al tanto estará, muy solícita, la directora del hotel e hija de la propietaria, Adela Lasa, capaz de contagiar al huésped su entusiasmo por el lugar. Bajo su piel aranesa, el hotel esconde unos interiores tocados por la varita mágica del diseño contemporáneo, a veces mal avenido con la viguería postiza del tejado o con los tonos melosos de la madera. El mobiliario de wengué da a veces la sensación de empequeñecer el espacio de las estancias. Lámparas nórdicas, sofás modernos, sillas de autor, distribuciones geométricas. Y unos óleos de De la Ceiba. No siempre se logra con este bagaje la pretendida calidez en un hogar de montaña. Dos plantas de habitaciones resumen lo esencial del alojamiento. Abajo, las dobles. Arriba, las suites dúplex, repletas de detalles y atenciones personales, como el par de monitores planos de televisión, el armario alto de perchero ingenioso, el acceso wi-fi a Internet y sendos baños abuhardillados, uno con ajuar de Pascal Morabito y otro de la marca alemana Hydro. Desquiciadas por el vecindario de segundas residencias, las vistas a la montaña encuentran el modo de chupar cámara desde el bisel de las ventanas. Si no fuera por la dulce acogida de Adela Lasa, el comedor de desayunos parecería glacial a causa de su iluminación cenital con bombillas de bajo consumo, un espacio de sombras y tonalidades compartido con el salón de estar. Por suerte, su conversación dora la frugalidad del condumio, y su delicadeza, las aristas de un hotel todavía en rodaje.
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  • EIRA STYLEHOTEL, un refugio pequeño y familiar en la estación de esquí de Baqueira-Beret
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  • Estilo contemporáneo a pie de pista
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