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Cuando el ingenio se aúna con la honestidad los resultados son excelentes, y más tratándose del vino, que exige rigor científico e inspiración creativa. Pues bien, pocos bodegueros hay en nuestro país que tengan en tal grado ambas cualidades como Fernando Remírez de Ganuza. Su filosofía es tan elegante como eficaz: todo al servicio de la cepa para obtener el mejor vino. Y así, mima el viejo y cuidado viñedo con más de 70 años; inventa sofisticadas mesas de selección de uva; perfecciona pequeños depósitos troncocónicos de fermentación; diseña bolsas de membrana para un suave prensado... Cómo extrañarse de que, año tras año, tinto a tinto, sitúe sus vinos entre los mejores. Lo último es este prodigio llamado Trasnocho, donde la uva tempranillo, con un toque de graciano, muestra su casta con la contundencia de unos taninos maduros y jugosos. Aquí hay un laberinto frutal de reflejos aromáticos que avanzan trepando por la senda fragante de las especias. Experiencia olfativa que deja en el aire una sensación de plenitud. Y en la boca, concentrado pero elegante, todo el sabor del mejor y más actual rioja. Un vino que, pese a ser caro, vale más de lo que cuesta.
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