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  • Los cántabros, junto con los astures, fueron los últimos en sucumbir, dentro de la Península, al aparato militar de Roma; diez años de guerra le costó al imperio (del 29 al 19 antes de Cristo). Sus herederos reivindican ahora su identidad con un temple y tenacidad dignos de aquellos resistentes. El reciente parque de las Estelas Gigantes, en Corrales de Buelna, rescata algunos de los discos de piedra que han aflorado por los valles. Y en Cabezón de la Sal se está convirtiendo una montaña en una especie de museo al aire libre o parque temático de los antiguos cántabros. La idea partió de un concejal, Gustavo González, y está siendo pilotada desde el principio por el arqueólogo Ángel Ocejo, un hombre tan escrupuloso que obliga a deshacer el trabajo de semanas si las piedras no están calzadas exactamente como lo hacían los obreros primitivos. Casi nadie apostaba un euro por su proyecto. Hasta que, gracias a un exiguo presupuesto municipal, aquello echó a rodar y la gente empezó a acudir; hubo una jornada, el pasado verano, en que superaron en visitantes a la cueva de Altamira. Este poblado cántabro ocupa un cerro a la salida de Cabezón, rodeado por un paisaje de montañas tan vírgenes y jugosas como en la época celta. El proyecto se inició hace un par de años y en una primera fase se han logrado acabar tres cabañas, un fragmento de muralla y un reservorio de agua. En la siguiente etapa piensan ampliar la muralla, levantar dos chozas más y crear un centro de recepción junto al poblado (pero fuera del recinto), que debe estar listo, por imperativos de una subvención europea, el próximo verano. En un tercer y último plazo, que puede alargarse hasta la primavera de 2007, se construirán nuevas cabañas y otra muralla que sirva de puerta de acceso al reducto. Lo peculiar de este proyecto es que tanto las viviendas como las murallas son reproducción fiel de diversos yacimientos dispersos por el antiguo territorio cántabro, que se adentraba en tierras palentinas y burgalesas. Las cabañas que ya se visitan, por ejemplo, son un doble de otras que había en el castro de La Ulaña, al norte de Palencia, uno de los más importantes de Europa en la edad del hierro, ya que contaba con unas 200 casas. Y la muralla será réplica de la que había en Peñacabarga, frente a la bahía de Santander. En el centro de recepción funcionarán para el verano unos talleres donde los críos puedan aprender historia practicando técnicas artesanas y juegos. Planta redonda y cuadrada De momento se visitan dos cabañas, donde se atienden las explicaciones de los guías. La primera vivienda, de forma circular, pertenece al bronce final (siglo VIII antes de Cristo) y muestra el hábitat propio de cazadores que habían dejado de ser nómadas y empezaban a practicar el pastoreo. Se ha reproducido un telar que, en la cabaña original de La Ulaña, estaría situado junto a la única puerta, ya que allí se encontraron las pesas del telar. También se hallaron gotas de bronce, de haber fundido herramientas en moldes de barro. La otra cabaña, más grande y de planta cuadrada, es del siglo I antes de Cristo, cuando ya los romanos venían enseñando los dientes. La sociedad que se alojaba en este habitáculo estaba ya perfectamente organizada y jerarquizada, y repartía su tiempo entre el cultivo de la tierra y el pastoreo. Por otra parte, este enclave prehistórico se encuentra en pleno Camino Real, la ruta seguida por Carlos V cuando vino a España en 1517. Desde San Vicente de la Barquera hasta el puerto de Palombera, cerca de Reinosa, abundan las casonas, los molinos y calabozos. A tiro de piedra de Cabezón, en la aldea de Carrejo, hay un motivo añadido de excursión: el Museo de la Naturaleza de Cantabria. Remodelado el pasado año, es magnífico por dentro y por fuera. Un oso pardo y un urogallo virtuales -dos especímenes cántabros en peligro de extinción- son las mascotas que guían al visitante por las diversas salas que permiten adentrarse en los ambientes naturales de Cantabria; esto es, la franja costera, los ríos y riberas, el bosque y la alta montaña.
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  • Visita temática y arqueológica a un poblado en Cabezón de la Sal
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  • El cerro de los antiguos cántabros
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