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  • No se permite bajar al restaurante sin camisa o descalzo", reza una placa a la entrada del comedor. La prohibición da idea del relajo con que se desenvuelve la clientela durante estos meses de calor, únicamente pendiente de la crema solar y las chanclas para caminar por la playa. Todo en la costa de Orihuela orbita alrededor del veraneo familiar: el negocio turístico, la economía popular, la estética del granel... Ni siquiera el hotel La Zenia, con sus renovadas cuatro estrellas, vive ajeno a este popurrí estival en supuesta crisis permamente (y, sin embargo, nunca tan pletórico y solvente como ahora). Edificado en pleno boom de los setenta sobre la primera línea de playa, a cinco kilómetros de Torrevieja y no muy lejos del mar Menor, descuella entre otras construcciones menores por su estructura monolítica y su fachada colmenar de terrazas-celdilla encaradas hacia el horizonte marítimo. Lo habitual en aquella época: rentable, a pesar de lo irrelevante. Las cualidades de La Zenia sólo afloran con el uso de sus instalaciones, una vez que la facilidad de aparcamiento vigilado a ambos lados del edificio (accesible con la propia tarjeta de la habitación), el programa de animación familiar, la amplitud de zonas verdes y acuáticas al borde mismo de la arena, así como la flexibilidad a la española de los horarios, hayan disipado los temores a un estrés vacacional. De día, la clientela se concentra alrededor de la piscina, entre sombrillas de rafia y palmeras. O bajo el cristal traslúcido de la zona de aguas climatizada, siempre llena de niños. O también repantigada en los sillones del salón-cafetería, vestigio del escenario psicodélico que fue durante los setenta, entre espejos, cristales de colores y suelos de sintasol. Y hasta más allá de la una de la madrugada resuenan por todo el hotel los ritmos caribeños de una orquesta al aire libre. Abiertas al mar y seriadas con gres sintético, mobiliario chapado en cerezo y composiciones abstractas sobre los tabiques (de color vainilla), las habitaciones no son del mejor gusto, pero sí suponen una evolución ambiental sobre lo que había. Excepción hecha de la iluminación artificial prevista para la lectura nocturna, todas ellas ofrecen espacio y mucha luz natural desde el primer bostezo del amanecer sobre el horizonte, naciente entre las brumas sedosas de la virazón.
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  • HOTEL LA ZENIA, diversión estival en un cuatro estrellas en primera línea de playa
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  • Verano familiar en las playas de Orihuela
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