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  • En Los cigarrales de Toledo, de 1624, Tirso de Molina cuenta la historia de un grupo de señoritos toledanos que se refugian en las fincas de recreo, o cigarrales, para amar y discutir de literatura. A falta de nada mejor que hacer, cada día se reúnen en uno distinto, hasta completar los 20 que recoge la obra. Algunas de estas fincas pertenecen a órdenes religiosas, como sucede con el de la Huerta de Solanilla, de los padres de la Merced. Por los cigarrales se dejaron ver personajes como El Greco, Zuloaga y Garcilaso de la Vega, y Lope de Vega, Pérez Galdós y García Lorca los mencionan en sus textos. De origen romano y perpetuados por los árabes, los cigarrales toman, al parecer, su nombre de las cigarras, abundantes por esos pagos torrefactos por el sol. Los que hoy se asientan en los cerros al sur de Toledo son en su mayoría de nueva planta, pero conservan su función. Algunos se han convertido en hoteles que permiten disfrutar desde sus terrazas y habitaciones de la visión del Toledo histórico, aupado sobre una colina y ceñido por el Tajo. Todo, ciudad y cigarrales, se mimetiza con el paisaje pedregoso y mediterráneo de encinas y olivos. El color ocre de tejas árabes, ladrillo visto y revocado mineral se conserva y mantiene escrupulosamente como una manera de garantizar no solamente la tradición constructiva, sino también la capacidad camaleónica de la ciudad patrimonio de la humanidad con respecto a su entorno. De hecho, la zona de Cigarrales, como se conoce este lugar residencial histórico, está incluida en el Plan Especial del Casco Histórico y sujeta a un riguroso control municipal. Materiales y ubicación Con mayor o menor acierto decorativo y distinto grado de refinamiento (lo que permite que haya tarifas para todos los bolsillos), estos hoteles tienen en común su homogeneidad y rigor en el uso de materiales, y su ubicación privilegiada frente a la ciudad, que todos han sabido aprovechar de modo sabio. Forman una alternativa rural para gozar de Toledo desde fuera, escapando de la tiranía de su laberíntico tejido urbano. Para dar coherencia a esta manera de entender el turismo toledano, varios de estos establecimientos se han agrupado y han creado una nueva marca de calidad: Los Cigarrales (www.cigarrales.com ), de atractiva presentación y que pretende una promoción conjunta. Pertenecen a ella una decena de establecimientos, entre hoteles; restaurantes para eventos, como Cigarral de las Mercedes, Viñedos Cigarral Santa María y Cigarral Hierbabuena, y bares de copas, como la famosa Venta del Alma. Todo un milagro, si se tiene en cuenta que algunos de los hoteles están gestionados a su vez por otras cadenas. Así, si el hotel Doménico, de estilo funcional y mayor tamaño, propone su piscina en los días de canícula, el Caravantes muestra una decoración cuidada y una amplia terraza de copas, y el AC, su restaurante y un sello distinguido. Todos ellos se ofrecen además como lugar para reuniones de empresa, ya que disponen de infraestructura adecuada para ello. Pero Los Cigarrales son, sobre todo, una opción acogedora para disfrutar de la ciudad y la naturaleza colindante. El hotel Almazara es probablemente el más señero de todos. Sus espartanas habitaciones están ubicadas en una casa de labranza del siglo XVI, perteneciente al duque de Bailén, y rodeadas de más de 300 hectáreas de dehesa para perderse en ellas. La construcción original fue concebida como residencia de verano por el cardenal Gaspar de Quiroga. Desde ella pintó El Greco algunos de sus lienzos más toledanos. Pero en Los Cigarrales no solamente se duerme; también se come y se bebe bien. Adolfo, el propietario del homónimo restaurante, elabora en su Cigarral Santa María uno de los mejores vinos de la Tierra de Castilla, una denominación en alza que cuida no solamente caldos, sino también botellas y etiquetas, apostando por una modernidad rotunda. Rodeado de sus tres hectáreas de viñedos y armado de su inagotable energía, Adolfo crea sus 4.000 botellas de Pago del Ama de forma enteramente artesanal, amorosa y ecológica. Como resultado, unos vinos sorprendentes, con mucha estructura y complejidad, que han ganado, entre otros, los 94 puntos de Robert Parker por su coupage de 2001. Además del vino castellano-manchego, el aceite también mejora. Prueba de ello es, por ejemplo, el Capilla del Fraile, del marqués de Griñón, que, de modo poco habitual en España, presenta un coupage con las variedades arbequina, picual y manzanilla, y ofrece un afrutado aroma de almendra y tomate verde. Algo se mueve en Toledo. Y Los Cigarrales son una invitación para materializar las palabras de Julio Caro Baroja: "En Toledo se puede vivir y se puede soñar. Los que vamos a Toledo, vamos a soñar".
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  • Los Cigarrales, una nueva marca de calidad hostelera
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  • Grandes vistas sobre Toledo
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