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  • Que el valle de Boí no disponga de una planta hotelera con suficiente raigambre y encanto tiene delito, a la vista de sus admirados campanarios románicos... Apenas un resort de categoría media vinculado a la estación de esquí y unas pequeñas fondas de propiedad familiar diseminadas por los pueblecitos aún indemnes al turismo de masas. Esto es todo lo que hay, de momento. Articulado como una casa más de piedra y pizarra en el núcleo germinal de Taüll, frente a la iglesia de Santa María y no muy lejos de la de Sant Climent, el xalet de Antonia y Concha Mestre adquiere cierta notoriedad en este desierto hostelero. Más por sus vistas de las montañas y el tratamiento decorativo de la madera en su interior que por las regalías que ambas anfitrionas conceden a sus huéspedes. Con cinco únicas habitaciones, el negocio no puede aspirar a mayores lujos. Aire puro, tranquilidad, silencio y unos generosos desayunos de elaboración artesana. Lo rústico se impone en el ambiente, pese a su artificiosidad. Con una estructura de nueva planta, tejado sesgado a dos aguas y amplios ventanales, la casa habría requerido otro diseño más conceptual y contemporáneo. Cada una de las estancias adquiere una morfología diferente, siempre en clave de aserradero y personalizada según los gustos caseros de las propietarias: cabeceros ilustrados al fresco, colchas con apresto, visillos de hilo bordado a media ventana... Mejor dispuestas las del primer piso, con terraza abalconada sobre los tejados del pueblo y las altas cresterías del Pirineo catalán. Si el nivel inferior ofrece una salita de estar con chimenea y televisor mal disimulado, cuya atmósfera evoca de lejos la esencia hogareña de los chalés del Arlberg austriaco, el bajo cubierta aprovecha las vertientes y las lucanas para encajar un dúplex con chimenea francesa y biblioteca cuyos escasos metros cuadrados se utilizan indistintamente como zona de estar, sala de lectura y comedor de desayunos. Un salón multiusos relativamente luminoso para encerrarse en invierno, toda vez que el verano invita más a respirar oxígeno pirenaico en el pequeño jardín-terraza habilitado junto a la casa. Derretida la nieve, en su lugar resplandece una alfombra de hierba fresca y acharolada.
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  • EL XALET DE TAÜLL, un hotel familiar para conocer el valle leridano de Boí
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  • Hierba fresca, montañas y arte románico
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